La verdad puede confrontarte, pero no como puede hacerlo un amigo sentado
junto a ti
Mi
amigo muy enfermo se remangó la camisa mientras la enfermera sostenía una
jeringa con una aguja gruesa. Odio realmente las agujas, pero permanecí junto a
él mientras la enfermera le clavaba la aguja en la parte del brazo que no
estaba llena de moretones. Me agradeció mientras nos íbamos del consultorio
médico. “Me di cuenta que te quedaste”, dijo sonriendo. Mi malestar lo distrajo
un momento.
Mi
gesto fue un pequeño gesto de amistad. Nada extraordinario, incluso para una
persona con fobia a las agujas, pero para un hombre enfermo fue importante que
su amigo estuviera cerca de él mientras lo “perforaban” por la enésima vez.
Woody
Allen dijo que “el 80% del éxito es presentarse”, y al estar con mi amigo me di
cuenta que mucho de la vida cristiana es simplemente estar ahí, no quiere decir
que sea una lección fácil de aprender para ninguno de nosotros.
El
cristianismo responde a nuestras preguntas, pero no siempre con la entereza que
deseamos. A veces la verdad que creemos con todo nuestro corazón no nos ayuda a
enfrentar el dolor. La verdad puede confrontarte, pero no como puede hacerlo un
amigo sentado junto a ti.
No
cuentes con las respuestas
No
estoy diciendo que las respuestas no sean importantes y que quien sufre debería
deshacerse de su copia del catecismo de la Iglesia. Tenemos que conocer la gran
historia para dar un sentido a nuestras pequeñas historias. La Iglesia nos dice
que nuestro sufrimiento cuenta y que el mundo aún tiene sentido, que aún es un
lugar bello, que al final todo sale bien.
Nos
dice que podemos vivir en la esperanza.
Todos
pueden decir “Dios te ama” hablando de quién sabe qué dios. La gente lo hace.
Es fácil de decir, pero a menudo no tiene sentido. Piensas que Dios te ama pero
te gustaría tener una buena respuesta cuando te preguntas cómo puede amarte y,
sin embargo, hacerte sufrir de esa manera a ti o a una persona a quien quieres.
Ayuda saber lo que el verdadero Dios dijo sobre la vida y la muerte, incluso
las tuyas.
Algunos
de nosotros – yo, por ejemplo – tienden a pensar que una vez que hayamos
explicado algo lo habremos resuelto. Otros quieren hacer algo para resolver el
problema, pero el deseo compulsivo de explicar es probablemente común entre las
personas que leen publicaciones como esta.
No
estoy diciendo que las respuestas no sean importantes, pero que no podemos
confiar en las ideas, por más verdaderas que puedan ser. Nuestros amigos que
sufren en general quieren platicar, o que recemos con ellos o miremos juntos la
televisión, o que nos sentemos simplemente ahí sin decir una palabra. Es
difícil que quieran una intensa discusión de teodicea.
Un
amigo me dijo que habló con un amigo suyo que había perdido a un ser querido.
Escribió: “Le dije a mi amigo que todo lo que tengo para decirle son las
banalidades sobre la providencia de Dios, etc., que estoy seguro que ya había
oído, de otra manera es ir a ciegas. Después me dijo que nuestra conversación
le fue muy útil, pero no se bien cómo”.
Pienso
que su amigo encontró la conversación útil porque no dijo algo sólo por hablar.
Ayuda que alguien nos hable de manera realista, incluso si lo que se dice es
“en realidad no tengo nada que decir”. Esta es la manera de estar cerca de un
amigo.
Otras
respuestas
Al
estar cerca de mi amigo, entendí mejor cómo la vida cristiana tiene que ver
simplemente con el hecho de estar ahí. Tenemos necesidad de las respuestas que
ofrece la Iglesia, pero no sólo de las respuestas. La verdad no es todo lo que
Dios nos da a través de la Iglesia. Se nos da a sí mismo y nos da el uno al
otro.
Dios
nos ha dado a Cristo en el sacramento. Está ahí con nosotros, todo el tiempo,
en cada iglesia. Nos ha dado también el uno al otro. Quiere que estemos ahí el
uno para el otro. El catolicismo responde a las preguntas más urgentes de la
humanidad. Es verdad, y es fundamental saberlo, pero la verdad práctica es que
a veces no tenemos necesidad de las respuestas de esa manera. Los que sufren
tienen necesidad de Jesús en el sacramento, y tienen necesidad de Él en su
gente. Llevamos a Jesús a los demás simplemente sentándonos con ellos, mientras
la enfermera sostiene una aguja gruesa, y a veces esto de por sí responde a
todas las grandes preguntas.
Por David Mills
Fuente: Aleteia
