Dos
jóvenes limpiabotas conmueven en las redes sociales y reciben beca para
estudiar en la universidad
“No hay trabajo malo, todo
trabajo es sagrado. Trabajo lustrando zapatos. Pero por más simple que sea el
trabajo que realizo, cuando uno lo hace de corazón, sirviendo a los demás,
¡Dios nos mira y luego nos otorga otro trabajo”, cuenta entre lágrimas
Mario Cúmez, junto a su hermano Carlos, a Soy
502.com (espacio
informativo de Guatemala), durante una entrevista.
Su esfuerzo fue premiado con
una beca para culminar sus estudios en una universidad privada.
Los hermanos no salían de su
asombro: “Jamás imaginamos que esta historia se conocería en todo el mundo. Es
el milagro que esperábamos para continuar con nuestro sueño de ser
profesionales….”, afirman ellos.
Mario y su hermano Carlos,
con su lustrabotas al hombro, recorrían la zona 14 por los alrededores de un
hospital cuando se toparon con Olga Santisteban y su madre Silvia de
Santiesteban.
“Ellas me pidieron lustrarles
las botas. Accedí y luego de escuchar mi historia, lo compartieron en las redes
sociales”.
Entonces el milagro sucedió, cuenta a Aleteia Mario Cúmez, quien ahora estudia la
especialidad de enfermería y Gestión de Salud en la Universidad privada
Panamericana.
Lustrar zapatos los llevó a la universidad
Malos tratos, agravios, gritos, discriminación. Era lo que a
diario soportaban los hermanos Cúmez al
intentar limpiar los zapatos de quienes decían llamarse sus clientes.
Aun así, supieron mantenerse
firmes, y continuar en este trabajo. La pesadilla era ya insoportable, cuenta
Mario, “algunos jóvenes compañeros de estudio siempre
tenían una mirada despectiva para nosotros”.
Todo terminó cuando fuimos
localizados por el Secretario General de esta casa de estudios Adolfo Noguera,
quien nos contactó y nos dio la noticia, narra Mario sorprendido.
“Esa mañana salí de mi
habitación dispuesto a conseguir unas monedas, lustrando botas para ir a la
universidad y así fue, pero además recibí la gran noticia; lágrimas brotaban de
mis ojos y mi
agradecimiento era para Dios”. La universidad le había otorgado una beca
integral.
Viajaron de Quiche a la
capital. Luego de que su papá y hermanos dejaron de costearles los estudios
decidieron trabajar y poner en práctica lo que alguna vez les enseñó su padre:
reparar zapatos.
Valiéndose siempre de buenas
frases y motivadores pensamientos, cada obstáculo para ellos se convertía en
una oportunidad.
Un camino de fe que da frutos
Con su madre enferma no
habría mejor carrera que la de enfermería. Su hermano Carlos, quien siguió los
pasos de Mario, no sale de su asombro.
“Para mí es una gran
bendición, siempre he tenido en mente trabajar y estudiar todos los días.
Agradezco a mis padres por la formación que nos dieron, mi hermano y yo nunca
dejamos de agradecer a Dios por cada logro”.
“A quien llama a la puerta,
la puerta se le abrirá”, se repetía así mismo en todo momento Mario, quien
logró motivar a su hermano Carlos para el estudio. En este camino que les tocó
vivir, la esperanza fue siempre su mejor compañera.
Fuente: Aleteia
