Bolas de... ¿nieve?
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Es muy extraño que, tan adelantado febrero, cayera una nevada como la de la
semana pasada, pero, ¡cuánto bien me hizo!
Había recibido una llamada. Todo había comenzado muy bien: me compartió un
poco sobre su vida, y también yo le estuve compartiendo de nuestra vida. Pero
empecé a sentirme juzgada por esa persona. Y, como sentía que no había mucho
más que hablar, le dije que muchas gracias y que le tendría en mis oraciones.
Sinceramente, me quedé muy enfadada, y en aquel momento fui yo la que
comenzó a juzgar a esa persona.
"No hay derecho. Todo el día juzgando, ¿para qué habrá llamado? Será
posible...", me iba diciendo para mis adentros.
Pasando por la galería, abrí una ventana y me puse a contemplar el paisaje
nevado. Pero por dentro seguía con mi rabieta. Hasta que Él lo cambió todo.
Fue como ver en mi interior una película. Se trataba de mí misma, abajo,
con la nieve. Cogía una bola, y la iba haciendo más y más grande. Pero no tenía
guantes, y me miraba las manos, rojas y congeladas. Sentí que el Señor me
decía: "Esto ocurre cuando comienzas a juzgar a otro". Es como hacer
una inmensa bola de nieve entre tus manos.
Si "consigues" frenarlo a tiempo, quizás no la llegues a lanzar
contra el otro, pero, si te dejas llevar por la ira, la lanzarás con toda
seguridad. Sin embargo, el otro quizá ni se dé cuenta, mientras que tú has
quedado congelado. La mayor gravedad es que los juicios no salen de las manos,
como la bola de nieve, sino de lo más hondo del corazón.
Me quedé impactada. Esta luz me hizo desear suspender mi juicio, y me sentí
liberada. Si la otra persona me quiere juzgar, allá ella; pero no quiero entrar
a ese mismo juego. Quiero sentir, quiero vivir conforme a lo que el Señor me
pide cada día, porque así soy feliz, porque Él me hace feliz y colma mi
corazón.
Lo más impactante fue experimentar que Cristo me quiso enseñar a no juzgar,
pero no recibí de Él una mirada de juicio, sino de Amor. Su Amor lo cambia
todo.
Hoy el reto del Amor es suspender el juicio. Si quieres ser libre, si
quieres vivir feliz, confiada en las manos de una Persona que te ama y que te
cuida, ve entregando al Señor cada uno de los pensamientos que te surjan a
costa de otra persona. No es tu problema, y seguramente no te toque
solucionarlo a ti.
Él te quiere libre, Él te ama y, desde su mirada, la tuya también cambiará.
Hoy, si tu corazón hace bolas de nieve, acércate a Él, que, con su calor,
volverá a encender tu corazón helado.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma
