Sorpresa en el aire
Hola, buenos días, hoy Inés nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Ayer estábamos de retiro y, a eso de las 6 de la
tarde, me fui a la huerta a tomar el aire y a estar tranquila, disfrutando de
estar sin prisas.
Me dirigí hacia el precioso rincón del cementerio y,
cuando casi llegaba, oigo una tremenda algarabía (y las del noviciado no
estaban por allí)...
Mi oído me decía que era por arriba; efectivamente,
miré y, ¡¡¡qué espectáculo!!! Era la punta de la copa de un árbol muy grande,
aún sin hojas pero ya con brotes; mis ojos no cuadraban con mis oídos, veía
como brotes muy gordos en las puntas, y, sin embargo, seguía oyendo una fina
pero grande algarabía; agudicé la vista y, ¡oh, Señor, qué maravilla! Eran
pajaritos muy pequeños, con la tripita redonda y dorada, allí posados
recibiendo los últimos rayos del sol; algunos se iban, otros volvían...
No pude menos de exclamar repetidamente:
-Señor ¡qué maravilla!
-Señor ¡qué maravilla!
Tuve la curiosidad de contar los pájaros de una rama
y, a ojo, había como unos 20. Me puse a multiplicar y… no sabría decir la
cantidad de pajarillos, de esos que ni siembran ni siegan pero que el Señor
sustenta. Ahí estaba palpable.
Al punto miré al suelo y recordé a sor Rosario.
Recuerdo cómo le gustaba el canto de los pajaritos de san Antonio, y me la
imaginaba dirigiendo ese coro con su sonrisa porque, curiosamente, estaban allí
todos reunidos, en los otros árboles no había ninguno. No pude menos de
entender un signo de plenitud, de Resurrección. Y me volví alabando al Señor
por cómo nos colma de sus bendiciones y nos da signos del ciento por uno.
El reto de hoy es que afines tus ojos y oídos para
entender tantos mensajes del Amor de Dios que te emite en tu propia vida; y
lanza también tu corazón al cielo dándole gracias por ellos.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma
