“¿De dónde viene el verdadero amor? Todo el que ama ha sido generado por Dios, porque Dios es
amor”, explicó
El amor de Dios es infinito y no tiene límites. Así de concreto fue ayer el
Papa Francisco en la homilía de la Misa que celebró en la
Casa Santa Marta a primera hora de la mañana, donde explicó que Dios espera a
cada persona para abrazarla tal cual es, por muy pecadora que sea.
“¿Para qué nos espera?”, se preguntó. “Para abrazarnos, nada más.
Para decir: ‘Hijo, hija, te amo. He dejado que crucificaran a mi Hijo por
ti; este es el precio de mi amor’. Este es el regalo de amor”, reflexionó el
Papa.
Francisco comentó la primera lectura de la liturgia del día, del apóstol
San Juan, que habla sobre los dos mandamientos principales de la vida: el amor de Dios y el amor al prójimo
y señaló que la certeza de que “el Señor me espera, el Señor quiere que abra la
puerta de mi corazón” hay que tenerla “siempre”, y si alguno tuviera el
escrúpulo de no sentirse digno del amor de Dios, “es mejor, porque Él te
espera, así como tú eres, no como te dicen que deber ser”.
“Vayan al Señor y digan: ‘Pero tú sabes Señor que te amo’. O si no siento
decirlo así: ‘Tú sabes Señor que quisiera amarte, pero soy muy pecador, muy
pecadora’. Y Él hará lo mismo que ha hecho con el hijo pródigo que ha
gastado todo el dinero en los vicios: no te dejará terminar tu discurso, con un
abrazo te hará callar. El abrazo del amor de Dios”.
El Santo Padre meditó sobre el significado de la palabra “amor”, “que se
usa muchas veces y no se sabe, cuando se utiliza, qué significa
exactamente”.
“¿Qué es el amor? A veces pensamos
en el amor de las telenovelas, no, ese no parece amor. O el amor puede
parecer entusiasmo por una persona y después… se apaga”.
“¿De dónde viene el verdadero amor? Todo el que ama ha sido generado
por Dios, porque Dios es amor”, explicó.
Francisco apuntó que Dios ama “primero”, como se observa en el Evangelio
del día que narra la multiplicación de los panes y los peces. Ahí –dijo el
Papa– Jesús tiene “compasión” de la gente, algo distinto a “tener pena”. “El
amor que Jesús tiene para las personas que le rodean lo lleva a “sufrir con
ellos, a participar en la vida de la gente”.
“Cuando tenemos algo en el corazón y queremos pedir perdón al Señor,
es Él el que espera para darnos el perdón”, añadió.
Francisco aprovechó también para recordar que se está celebrando el Jubileo
de la Misericordia y su significado es precisamente este: “nosotros sabemos que
el Señor nos está esperando, a cada uno de nosotros”.
Fuente: Aciprensa
