Alcen la cabeza, el Señor está
cerca, y con él la fuerza y la salvación, la esperanza
El pasado domingo por la tarde desde el Vaticano, el Papa Francisco “encendió” y
bendijo a distancia el árbol de Navidad y el Pesebre que
los franciscanos de la ciudad italiana de Asís (donde nació y fundó la orden
San Francisco) han instalado para esta Navidad en la plaza de la Basílica
inferior de San Francisco. El Pontífice dirigió también algunas palabras a los
refugiados e inmigrantes.
Los frailes han querido tener un recuerdo especial por todas las personas
que huyen de la miseria, el odio, la violencia y la guerra y han querido
contar con el Papa, que participó por vídeo desde una de las salas del Palacio
Apostólico del Vaticano y fue testigo de cantos y testimonios.
En varias ocasiones, en las imágenes retransmitidas a través de internet,
se pudo ver una barca proveniente de Lampedusa, la isla italiana a la
que intentan llegar miles de refugiados cada semana y en cuyo viaje mueren
muchos de ellos. Esa barca salvó la vida
de nueve ciudadanos de Túnez.
Casi al final Francisco dijo unas palabras de ánimo: “Mirando esa barca,
Jesús siempre está con nosotros y está también en los momentos difíciles.
¡Cuántos hermanos y hermanas se han ahogado en el mar! Están ahora con
el Señor. Pero Él ha venido para darnos esperanza. Debemos tomar esta
esperanza. Él ha venido para decirnos que es más fuerte que la muerte, que Él
es más grande que toda maldad. Él ha venido para decirnos que es
misericordioso, todo misericordia, y esta Navidad les invito a abrir el
corazón a la misericordia, al perdón. Pero no es fácil perdonar estas
masacres”.
“Querría darle las gracias a los guardas costeros: son hombres y mujeres
muy buenos, les agradezco de corazón porque ustedes son instrumento de la esperanza
que nos trae Jesús. Han sido sembradores de esperanza de Jesús”, agregó.
También recordó “a todos los que esta tierra italiana tan generosamente ha
recibido”. “El sur de Italia ha sido un ejemplo de solidaridad para todo
el mundo. A todos ellos, que cuando miren el Pesebre puedan decir a Jesús: ‘Yo
también he echado una mano para que tú seas un signo de esperanza”.
“Y a todos refugiados les digo una palabra, esa del Profeta: ‘Alcen
la cabeza, el Señor está cerca, y con él la fuerza y la salvación, la
esperanza. El corazón quizás dolorido, pero la cabeza alta en la esperanza del
Señor. A todos ustedes, refugiados, guardas costeros, les abrazo y les deseo
una santa Navidad llena de esperanza y con muchas caricias del Señor”.
Fuente: Aciprensa