A Jesús le interesa lo que la
gente piensa no para contentar, sino para poder comunicarse con ella
El Papa Francisco aseguró ayer en la ciudad italiana de Florencia que Cristo
resucitado es “una verdad que escandaliza” porque “pide creer en Jesús, el
cual, siendo también Dios, se ha despojado, se ha ‘abajado’ hasta la condición
de siervo, hasta la muerte de cruz, y por esto Dios lo
ha hecho Señor del universo”.
“Nuestra alegría es compartir, es también ir contracorriente y
superar la opinión corriente” que “no deja ver en Jesús más que a un profeta o
a un maestro”.
“Nuestra alegría es reconocer en Él la presencia de Dios, el enviado del
Padre, el Hijo venido a hacerse instrumento de salvación para la
humanidad”.
Es también “la verdad que todavía hoy escandaliza a quien no tolera
el misterio de Dios impreso en el rostro de Cristo”. “Solo desde el corazón de
Cristo podemos entender, profesar y vivir Su verdad”, agregó.
El Pontífice concluyó su visita a la ciudad italiana de Florencia con una Misa en el estadio
deportivo “Artemio Franchi” en la que participaron miles de personas.
En su homilía afirmó que la Iglesia es “como Jesús,
vive en medio de la gente y para la gente”. Además explicó que “custodiar y
anunciar la recta fe en Jesucristo es el corazón de nuestra identidad
cristiana, porque en el reconocer el misterio del Hijo de Dios hecho hombre
podremos penetrar en el misterio de Dios y en el misterio del hombre”.
Al comentar el Evangelio proclamado en la celebración, el Papa recordó que
Jesús pregunta a sus discípulos: ‘¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?’ y esta “es una pregunta que demuestra cómo el corazón y los ojos de
Jesús están abiertos a todos”.
“A Jesús le interesa lo que la gente piensa no para contentar, sino para
poder comunicarse con ella”.
Francisco advirtió de que “sin saber lo que piensa la gente, el discípulo
se aísla y comienza a juzgar a la gente según los propios pensamientos y las
propias convicciones”.
Por eso “mantener un santo contacto con la realidad, con aquello que
vive la gente, con sus lágrimas y sus alegrías, es el único modo de poderla
ayudar, formar y comunicar”, subrayó.
“Es el único modo de hablar a los corazones de las personas tocando su experiencia
cotidiana: el trabajo, la familia, los problemas de
salud, el tráfico, la escuela, los servicios sanitarios… Es la única manera de
abrirle su corazón a la escucha de Dios”.
Francisco explicó que “los discípulos de Jesús no tienen que olvidar nunca
de donde han sido elegidos, es decir, entre la gente, y no deben nunca caer en
la tentación de asumir actitudes individuales, como si aquello que la
gente piensa y vive no tuviera que ver con ellos y no fuese importante para
ellos”.
“Por eso la Iglesia, en toda su historia, se ha hecho siempre la misma
pregunta: ‘¿Quién es Jesús para los hombres y las mujeres de hoy?’”.
Pero existe otra pregunta: “¿Quién dicen ustedes que soy yo?”. Esta es
“decisiva para nuestra identidad y nuestra misión”.
“Solo si reconocemos a Jesús en Su verdad estaremos en grado de mirar la
verdad de nuestra condición humana y podremos llevar nuestra contribución a la
plena humanización de la sociedad”.
Sobre la pregunta anterior, recordó que Simón Pedro responde: “Tú eres el
Hijo vivo de Dios”. “Esta respuesta contiene toda la misión de Pedro y resume
lo que será para la Iglesia el ministerio Petrino, es decir, custodiar y proclamar
la verdad de la fe; defender y promover la comunión entre todas las
Iglesias; conservar la disciplina de la Iglesia”.
Dirigiéndose a los fieles, el Obispo de Roma aseguró que “también hoy
nuestra alegría es compartir esta fe y responder juntos al Señor Jesús: ‘Tú
para nosotros eres Cristo, el Hijo del Dios vivo’”.
El Papa recordó que en el misterio de la salvación está “la voluntad de un Dios
misericordioso que no quiere renunciar a la incomprensión, a la culpa y a
la miseria del hombre, sino que se dona a él hasta hacerse Él mismo hombre para
encontrar a cada persona en su condición concreta”.
Francisco invitó a reconocer las formas en las que Jesús ha asegurado su
presencia en medio de la gente: “en la Palabra, que ilumina la oscuridad de
nuestra mente y de nuestro corazón; en sus sacramentos, que nos
regeneran a una vida nueva cada
vez que morimos; en la comunión fraterna, que el Espíritu Santo genera
entre sus discípulos; en el amor sin confines, que se hace servicio generoso y
premuroso hacia todos; en el pobre, que nos recuerda como Jesús quiso que la
suprema revelación de él mismo y de su Padre tuviese la imagen del humillado
crucificado”.
Francisco aseguró que en realidad “la comunión entre lo divino y lo humano
es nuestra meta”, se trata del “punto de llegada de la historia humana según
el diseño del Padre”.
Pero esta meta “no es solo el horizonte que ilumina nuestro camino, sino
aquello que nos atrae con su suave fuerza; aquello que se inicia a pregustar y
a vivir aquí y se construye día tras día con cada bien que sembramos entorno a
nosotros”.
En su opinión, “son estas las semillas que contribuyen a crear una
humanidad nueva, renovada, donde ninguno es dejado al margen o descartado;
donde quien sirve es el más grande; donde el pequeño y los pobres son acogidos
y ayudados”.
“Dios reconoce en el hombre la propia imagen y el hombre se reconoce solo
mirando a Dios”, explicó.
Francisco puso de modelo al Papa San León Magno, que nació en la Toscana
italiana, y recordó que él mismo decía que “no se puede ejercer la verdadera
sabiduría si no es en la unión de Cristo y en el servicio a la Iglesia”.
Fuente: Aciprensa
