El último, te va a sorprender...
Perdonar es poner a un
prisionero en libertad y descubrir después que ese prisionero… ¡ERES TÚ!
A veces tenemos que exigir
disculpas a los demás y en otras ocasiones darlas nosotros mismos. Pero ¿eres
de las personas que no logran deshacerse del pasado, no olvidan, no perdonan,
no conocen la compasión, son duras ante la ofensa más mínima, se aferran al
resentimiento durante mucho tiempo e incluso toda su vida, alimentando
sentimientos negativos? Entonces estás atado a un rencor que te tiene
paralizado.
En lugar de pasar a la
siguiente página, le estás dedicando buena parte de tu energía mental y
emocional a recordar ofensas, daños e injusticias (reales o imaginarias) de las
que has sido objeto, manteniéndolas vivas en ti. Es como si te pasaras la
lengua por una muela cariada constantemente, sintiendo las punzadas de dolor,
en vez de reparar la lesión dental.
Favorece tu sistema inmune
Sé sincero contigo mismo(a) y
contesta esta pregunta: ¿en verdad quieres dejar ese asunto atrás? Si
respondiste que sí, entonces necesitas liberarte de tus propias ataduras y
aprender a perdonar. Porque librar a los demás de tu desprecio tiene virtudes
terapéuticas que te hacen sentir bien. A diferencia del odio que fomenta la
depresión, el estrés y el malestar debilitando tu sistema inmunológico, el
amor, la tolerancia y la alegría favorecen tu bienestar, fortaleciendo tus
defensas inmunológicas.
Tácticas para lograrlo
En el fondo sientes que no
tienes la capacidad de perdonar, puedes aprenderla e incluso potenciarla. Y
para ayudarte a conseguirlo, te
damos estas siete técnicas que te ayudarán a lograr reconciliarte, olvidar y
ser consciente de por qué estás eligiendo ese camino:
1.- Comienza por perdonarte a ti mismo(a)
Reflexiona un poco en que
nadie es totalmente bueno ni malo, tanto tú como el resto de las personas
reaccionan de acuerdo a como están programadas mentalmente, a lo que han
aprendido o se les ha inculcado. Pero todas las personas quieren en última
instancia ser felices. Si eres tolerante con tus propias culpas y fallas del
pasado, si entiendes y aceptas tus sombras psicológicas, estarás en mejor
disposición de hacerlo con los demás.
2.- Saca tu disgusto fuera
Es preferible exteriorizar tu
enojo en el momento en que ha sido provocado, en vez de guardártelo. Pero
tampoco excedas la impulsividad ciega o la ira irreflexiva. El dicho de que “lo
que se queda adentro se pudre” es bastante cierto en el caso del rencor.
3.- Aprende a relativizar
Haz un ejercicio de atención
consciente y concédele a cada suceso la importancia que merece. Frecuentemente
reaccionamos con exceso ante cosas pequeñas, cuando la mayoría de las cosas no
son tan importantes como para no merecer perdón. Para llegar a esta conclusión,
ponte en la situación del otro, seguro que verás las cosas de otra manera.
4.- Identifica tus emociones
¿Sentimiento de humillación,
decepción, tristeza? Toma conciencia de lo que ocultas tras tu máscara de
cólera, esto te ayudará a liberarte de ella, al comprender que “el culpable” ha
despertado una zona de sufrimiento que ya existía dentro de ti mismo(a).
5.- Descubre la intención del otro
Encontrar la verdadera
motivación de tu ofensor y las razones profundas de su conducta, te llevará a
ser más condescendiente con él y a verlo como víctima de sus propios errores y
carencias, en lugar de verlo como verdugo. Por ejemplo, una persona que ofende
a otra en público, en realidad puede ser insegura y estar intentando autoafirmarse.
6.- Admite tu responsabilidad
¿Sin ninguna justificación
has puesto demasiadas expectativas en alguien? ¿Has sido poco claro (a) al
expresarle tus objetivos o necesidades? Reconoce tu parte de responsabilidad en
el asunto, y la próxima vez habla con claridad y directamente, evitando los
malentendidos o suposiciones.
7.- Facilita la reconciliación
Ante un problema, siempre lo
mejor es acercarte a la otra persona para comunicarse. Es importante elegir
bien el momento, sentarse a hablar con calma y sin prisas y expresarle que te
importa al otro.
Ten siempre una postura conciliadora para aclarar el conflicto y
resolver la discusión sin resentimientos. Al final, muchos se dan cuenta de que tal vez, habría sido mejor,
hacer frente directa y conscientemente a la experiencia del dolor. Afrontar un
sufrimiento de manera adecuada es la clave para conseguir la paz interior
Perdonar es poner a un
prisionero en libertad y descubrir después que ese prisionero… ¡ERES TÚ!
Oración:
Tú sabes, Señor, lo que me
cuesta perdonar. Tú sabes, Señor, lo que siento en mi interior. No puedo
perdonar, se me hace muy difícil lograrlo. Pero Tú sabes que sí quiero hacerlo,
porque Tú me lo pides. Quiero romper con esa atadura que me impide avanzar y
ser feliz. Perdóname Señor, porque no he sabido hacerlo. Con tu ayuda y tu
gracia se que podré y así lo deseo. Amén”
Autor: Pbro. Marcos Alejandro
Mancera Ruiz
Artículo originalmente publicado por pildorasdefe.net