La importancia de la acción de gracias, el tiempo que Él está
substancialmente presente en nosotros y varias ideas para después de comulgar
La Iglesia nos enseña que después de recibir la Sagrada Comunión, Presencia real
de Jesús: cuerpo, sangre, alma y divinidad; Él está substancialmente presente en
nosotros hasta que nuestro organismo consuma las especies del trigo; esto puede
llevar cerca de 15 minutos. Después de eso, Jesús pasa a estar en nuestra alma
por la acción del Espíritu Santo y de Su gracia.
El gran San Pedro
Julião Eymard, en su libro Flores de la Eucaristía (Ed. Palabra Viva,
Sede Santos, Distribuidora Loyola, pgs 131-135), nos enseña la importancia de la
acción de gracias. Transcribo aquí algunas de sus enseñanzas para su
meditación:
"El momento más solemne de vuestra vida es el de la
acción de gracias, en que poseéis al Rey de la Tierra y del cielo, vuestro
Salvador y Juez, dispuesto a concederos todo lo que le
pidas".
"La acción de gracias es de
imprescindible necesidad, a fin de evitar que la Santa Comunión
degenere en un simple hábito piadoso."
"Nuestro Señor permanece poco
tiempo en nuestros corazones, después de la Santa Comunión, sin embargo
los efectos de su presencia se prolongan. Las santas especies son como
una cubierta, la cual se rompe y desaparece para que el remedio produzca sus
saludables efectos en el organismo. El alma se hace entonces como un florero que
recibió un perfume precioso."
"Consagrad a la acción de gracias
media hora si es posible, o, por lo menos, un riguroso cuarto de hora
(15 minutos). Daréis prueba de no tener corazón y de no saber apreciar
debidamente lo que es la Comunión si, después de haber recibido a Nuestro Señor,
nada sentisteis y no le sabes agradecer".
"Dejad, si quisieres, que la
Santa Hostia permanezca un momento sobre vuestra lengua a fin de que Jesús,
verdad y santidad, la purifique y santifique. Introdúcela después en vuestro
pecho, en el trono de vuestro corazón, y, adorando en silencio, comenzad la
acción de gracias" (pg. 131).
"Adorad a Jesús sobre el trono de vuestro
corazón, apoyándoos sobre el de Él, ardiente de amor. Exaltadle el poder...
proclamadlo Señor vuestro, confesaos ser feliz siervo, dispuesto a todo para
complacerle".
"¡Agradecedle la honra que os hizo, el amor que os
testimonió, y lo mucho que os dio en esta Comunión! ¡Alabad Su bondad y su amor
para con vosotros, que sois tan pobres, tan imperfectos, tan infieles!
Invitad a los ángeles, los santos, la Inmaculada Madre de Dios para alabarlo y
agradecerle por vosotros. Uníos a las acciones de gracias amantes y perfectas de
la Santísima Virgen."
"Agradezcamos por medio de María, pues cuando un
hijo pequeño recibe alguna cosa cabe a la madre agradecer por él. La acción de
gracias identificada con la de María Santísima será perfecta y bien aceptada por
el Corazón de Jesús."
"En la acción de gracias de la Comunión, llorad
vuestros pecados a los pies de Jesús como Magdalena (Jo 12,3), prometedle
fidelidad y amor, hacedle el sacrificio de vuestras acciones desordenadas, de
vuestra tibieza, de vuestra indolencia en emprender lo que os cuesta. Pedidle la
gracia de no más ofenderlo, profesarle que preferís la muerte al
pecado".
"Pedid todo lo que quisieres; es el momento de la
gracia, y Jesús estrá dispuesto a daros el propio Reino. Es un placer
que le proporcionamos, ofrecerle ocasión de distribuir sus
beneficios."
"Pedidle el reinado de la santidad en vosotros, en vuestros
hermanos, y que su caridad abrace todos los corazones."
Artículo
originalmente publicado por Gaudium Press/Aleteia