
“La única cosa que nos puede
separar de Dios es nuestro pecado; pero si lo reconocemos y lo confesamos con
arrepentimiento sincero, ese pecado se convierte en lugar de encuentro, porque
Él es misericordia”, indicó el Papa.
“El Jardín de Francisco” es un
pequeño pedazo de tierra preparado para la visita del Papa por los presos de la
prisión “Giuseppe Salvia” en Poggioreale. Flores coloradas han alegrado el
ingreso de la Iglesia de la cárcel, donde el Papa se ha encontrado con
casi 120 presos y almorzó con ellos.
Saliéndose del protocolo,
Francisco ha abrazado, estrechado, besado uno a uno a los 120 presos elegidos
para participar al almuerzo. El Papa testimonia su exhortación a la misericordia
a los fieles en el Año del Jubileo en sus gestos de cercanía a los
"encarcelados”.
Dos transexuales, algunos homosexuales y enfermos de
sida han participado a la comida con Francisco. El padre Franco Esposito, el
capellán de Poggioreale, en declaraciones al diario napolitano il Mattino había
manifestado que la visita del Papa es ‘aire puro’ en una de las cárceles más
duras y superpobladas de Italia.
Los presos han instalado en el centro
del jardín una lápida en la cual sobresale el relieve del rostro de Bergoglio.
La comida ha sido preparada por los presos que han aprendido a
cocinar para la ocasión.
“Inicialmente se había pensado a un servicio de
catering externo”, pero el Papa no quiso, confirmó padre Esposito. Los camareros
serán los voluntarios de la pastoral penitenciaria.
A los presos, el
Pontífice les aseguró conocer su dolorosa situación de vida y reconoce que hay
buenas y significativas experiencias de reintegración.
El Papa enfatizó
que es necesario trabajar sobre estas experiencias positivas para desarollar una
actitud diversa en la comunidad civil y también en la comunidad de la
Iglesia.
Al observar que a veces ocurre sentirse
“desilusionados, desconfiados, abandonados por todos”, el Papa recordó
que Dios no se olvida de sus hijos.
“Él está siempre a
nuestro lado, especialmente en la hora de la prueba; es un Padre ‘rico de
misericordia’, que siempre dirige sobre nosotros su mirada serena y benévola,
nos espera siempre con los brazos abiertos. Ésta es una certeza que infunde
consolación y esperanza, especialmente en los momentos difíciles y
tristes”.
“También si en la vida nos hemos equivocado, el Señor no se
cansa de señalarnos el camino del regreso y del encuentro con Él. El amor de
Jesús por cada uno de nosotros es fuente de consolación y de esperanza”
agregó.
Fuente: Aleteia