«Yo me siento enviada por el Señor y por mis superiores a sanar los corazones rotos, a liberar a los cautivos, a iluminar a los que viven en tinieblas; yo voy a hablarles de Dios"
«Yo me siento enviada por el Señor y por mis superiores a sanar los corazones
rotos, a liberar a los cautivos, a iluminar a los que viven en tinieblas; yo voy
a hablarles de Dios. Voy a las cárceles y hablo con los presos; leo con ellos la
Biblia: Isaías 43: No temas, eres precioso para mí, yo te amo. Y ellos me dicen:
Pero si soy un miserable. Y les contesto: Nada de eso, para Dios tú eres su hijo
amado. Dios quiere que tú seas feliz, con Él. Decirles que Dios los ama es la
mejor evangelización
Ha muerto Sor Mari Luz Ibarz Bazán, Hija de la Caridad, más
conocida como Sor Tripi entre los presos que pueblan las cárceles de España.
Decían que sus palabras les ponían más eufóricos que cualquier
droga.
Llevaba más de 30 años dedicándose a la pastoral
penitenciaria y no tenía ninguna intención de abandonar su tarea. Cada
mañana se levantaba a las cuatro de la madrugada y, a pesar de estar enferma,
no pensaba retirarse: «Me jubilaré cuando vaya al cielo», dijo
hace unos meses al diario Abc.
Dar amor a los cautivos
Tras
hacer un rato de oración: «porque yo sola no puedo hacer nada»,
salía del convento de la Hijas de la Caridad en Madrid y esperaba una
hora o dos o las que hicieran falta en la calle, y daba igual que lloviera,
nevara o cayera un sol de justicia. Sor Tripi tenía un compromisos con
sus presos y eso era sagrado. Cogía el autobús y recorría cientos
de kilómetros para ir de una cárcel a otra, dando amor a los
cautivos.
Iluminar a los que viven en
tinieblas
Su vocación hacía los presos lo explicaba con
naturalidad: «Yo me siento enviada por el Señor y por mis superiores a
sanar los corazones rotos, a liberar a los cautivos, a iluminar
a los que viven en tinieblas; yo voy a hablarles de Dios. Voy a
las cárceles y hablo con los presos; leo con ellos la Biblia, por ejemplo Isaías
43: No temas, eres precioso para mí, yo te amo. Y ellos me
dicen: Pero si soy un miserable… Y les contesto: Nada de eso, para Dios tú eres
su hijo amado. Dios quiere que tú seas feliz, con Él. Decirles
que Dios los ama es la mejor evangelización».
Sanar corazones
destrozados
«Tú corazón es bueno y está hecho a imagen y semejanza de
Dios -decía Sor Tripi a los presos-. Esas heridas que tienes sólo Cristo
las puede curar. Tú eres importante y especial para Dios. Él te ama
tanto que sólo quiere que seas feliz. Aunque tú hayas andado a tu rollo,
Él viene a rehacer tu vida».
Muy querida
en las prisiones
Sor Mari Luz era, posiblemente, la única persona en
España que siendo ajena a Instituciones Penitenciarias tenía un salvoconducto
para entrar en todas las cárceles del país. «Son buenas personas, no hay más que
verlos. Ninguno tendría que estar aquí. Cometieron un
error, todos los cometemos», señalaba a Abc hace unos
meses.
Siempre cargada con su carro de la compra, sor Tripi se paseaba
por prisión regalando biblias y rosarios blancos de plástico
que cada interno se colocaba al cuello o se lo colocaba en la muñeca. También
les entregaba alguna tarjeta de teléfono que llamarán a sus
familias, o unos sobres con sellos y unas tarjetas para escribir
felicitaciones de Navidad.
Sor Tripi nunca los
juzgaba...
«Yo nunca les pregunto qué han hecho. Si quieren
desahogarse, me lo cuentan», decía a José Antonio Méndez en una
entrevista publicada hace unos años en La Razón.
Mi mamá es la
monja...
Óscar, preso por culpa de la droga; está inquieto con la
metadona que tiene en el cuerpo. Cuenta al periodista J. A. Méndez
que "llama «mamá» a la monja" y dice que "esta
mujercilla le ha cambiado la vida". Y tanto que, cuando sale de
permiso, pasa la tarde con el grupo de oración de sor Mari Luz.
«Es una
santa. Si ella no hubiera llegado a mi vida, no sé qué habría sido de mí»,
señala Óscar con lágrimas en los ojos.
Su testimonio
Con motivo de
la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, el semanario Alfa y Omega publicó su testimonio que reproducimos
íntegro:
«No hay que ir a los pobres más que con mucho amor, y ayudarles
para que descubran, saboreen, experimenten y conozcan con qué amor y
misericordia y ternura los ama Dios. Lo importante es que se sientan amados por
Él.
»Cristo ha venido a salvar a todos, pero tiene una especial
predilección por los pobres. Yo me siento enviada por el Señor y por mis
superiores a sanar los corazones rotos, a liberar a los cautivos, a iluminar a
los que viven en tinieblas; yo voy a hablarles de Dios. Voy a las
cárceles y hablo con los presos; leo con ellos la Biblia, por ejemplo Isaías
43: No temas, eres precioso para mí, yo te amo. Y ellos me dicen: Pero
si soy un miserable… Y les contesto: Nada de eso, para Dios tú eres su hijo
amado. Dios quiere que tú seas feliz, con Él. Decirles que Dios los ama es la
mejor evangelización. Hacemos pequeños grupos para leer la Biblia y rezar el
Rosario, porque la fe no se puede vivir solo; hay que vivirla en
comunidad.
»Me levanto a las cuatro de la mañana para hacer oración y
luego ir a las cárceles. San Pablo dice: ¿Cómo van a creer, si nadie se lo
anuncia? Por eso, si uno ama a Dios, habla de Él a los demás. El problema es que
no conocemos a Dios. ¿Y cómo lo podemos conocer? Pues con la oración y con la
Palabra; y también es necesaria la comunidad: la fe que no se comparte, no
crece. Si tienes un encuentro con Jesucristo, tienes que darlo a los demás.
¡Muchos mueren tristes y amargados por no conocer a Dios!».
Sor Mari
Luz
El velatorio y el funeral tuvieron lugar en su convento, la Casa
provincial de las Hijas de la Caridad, Calle José Abascal 30, de Madrid, frente
al hospital de La Milagrosa. Fue enterrada en el cementerio de San Isidro.
Hay convocada una eucaristía el domingo 14 de diciembre a las 12.30 en
el templo de la Renovación Carismática (Nuestra Señora de Lourdes y San
Justino, C/ San Juan de Mata, 30, Madrid).
Fuente: ReL
