«Si me permitís, sólo quiero expresar una preocupación, que es la vuestra: el Seminario»
«¿Qué
esperáis de mí?», preguntó monseñor Franco a sus nuevos diocesanos, en una
abarrotada catedral de Segovia en la mañana del sábado. El nuevo obispo pidió
que los miedos no paralicen a la Iglesia en Segovia a la hora de responder a
«la única misión» que Cristo ha encomendado a todos los bautizados: anunciar el
Evangelio, y compartió su preocupación por el hecho de que la diócesis cuente con
un solo seminarista.
El nuncio y una treintena de obispos de toda
España acompañaron este sábado al nuevo obispo de Segovia, monseñor César
Franco, en su toma de posesión, entre ellos el arzobispo de Madrid, monseñor
Osoro, el emérito, cardenal Rouco, y el Presidente de la Conferencia Episcopal,
monseñor Ricardo Blázquez.
Álbum fotográfico de la toma de posesión de Mons. Cesar Franco
Homilía completa de la toma de posesión
Álbum fotográfico de la toma de posesión de Mons. Cesar Franco
Homilía completa de la toma de posesión
«¿Qué esperáis de mí?», preguntó a sus nuevos diocesanos.
«O, dicho de otro modo, ¿qué pretensiones pensáis que traigo como obispo?» «No
vengo a ocupar el lugar que sólo corresponde a Cristo y a pastorear esta
diócesis como si fuera mi propiedad personal. Vengo a someterme a Cristo, único
Pastor de la Iglesia, y a dejarme conducir por Él. Vosotros y yo, como
cristianos, sacerdotes y obispo, debemos caminar en la voluntad del Señor para
colaborar con él en la edificación de esta iglesia que sólo le pertenece a
Él».
Monseñor César Franco recordó que «el Papa Francisco nos ha
recordado en varias ocasiones que la Iglesia no debe referirse a sí misma, sino
sólo a su Señor y a los hombres que debe salvar, especialmente a los más
pobres». «En estos momentos históricos de cierta debilidad y crisis de fe y de
rechazo orquestado de la Iglesia, ésta tiene la tentación de hacerse fuerte
apelando a imágenes de sí misma que agraden a quienes la critican o desean
secularizarla y marginarla de la sociedad. Es el riesgo de referirse a sí misma
lavándose la cara o adaptándose a la mentalidad mundana, opuesta al evangelio.
La mundanidad espiritual , censurada por el Papa, busca en lugar de la gloria
del Señor, la gloria humana y el bienestar personal, sus propios intereses y no
los de Cristo. La reforma de la Iglesia no es cuestión de imagen externa, que
puede dejar escondida su enfermedad interior. El Santo Doctor Juan de Ávila
decía que cuantos predican reforma en la Iglesia, por Cristo crucificado deben
comenzar».
«El obispo, la Iglesia entera, cada bautizado ha recibido la
única misión de Cristo: desvelar y comunicar este misterio», añadió. «Y, sobre
todo, vivirlo. Vosotros y yo estamos unidos por la misma tarea. En esto no hay
excusas ni privilegios. Todo lo que hace la Iglesia: la liturgia, la catequesis,
la caridad con los pobres, tiene en esta misión su fuente y su destino. Si
olvidamos esta verdad, nos quedamos a mitad de camino. Porque la voluntad de
Dios para la Iglesia, dice san Pablo, es traer a todos los pueblos a la
obediencia de la fe en Cristo».
«Muchos miedos nos paralizan en la evangelización»,
reconoció, «y olvidamos, con frecuencia, que la fecundidad de la misión está
asegurada porque el hombre ha sido creado por Dios para acoger a Cristo,
mediante la predicación del Evangelio». Por ello, aun consciente de que «una
mayoría de cristianos está lejos de vivir» su vocación con alegría misionera,
«como también sé que muchos la viven con caridad heroica», monseñor Franco dijo
que no cejará «en el intento de que nuestra Iglesia viva así, para que brille la
gloria de Dios y se suscite en los hombres el deseo de pertenecer al Cuerpo de
Cristo y Pueblo de Dios que peregrina en la historia dando testimonio con la
palabra y con la vida».
«Si me permitís –dijo a continuación–, sólo quiero expresar
una preocupación, que es la vuestra: el Seminario», con un solo seminarista.
«Roguemos al dueño de la mies, que envíe trabajadores a su mies. Oremos con
intensidad y trabajemos con sabiduría para que los niños y jóvenes acojan la
llamada del Señor y le sigan gozosamente. Queridos niños y jóvenes: recordad lo
que os decía el Papa Benedicto XVI: Cristo no quita nada, lo da todo. ¡No
tengáis miedo a Cristo!»
Fuente: Alfa y Omega
