El ser humano requiere pruebas para creer en lo que no puede ver. El Señor Jesús tomó en cuenta esta parte al agregar signos visibles a los sacramentos
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Iermolovich Daria |
Ver para creer,
es un antiguo dicho muy popular a través del tiempo por la realidad que
encierra. En el ámbito espiritual es un requisito cuando la fe es débil o no es
suficiente. El Señor Jesús conocía perfectamente esta necesidad humana y por
eso agregó signos visibles a los sacramentos.
Signos del
mundo de los hombres
El Catecismo
dice que "Una celebración sacramental está tejida de signos y de
símbolos" (CEC 1145). Y profundiza en que esta pedagogía
divina de la salvación tiene su raíz en la obra creación y en la cultura humana.
De esa manera,
los signos nos ayudan a conocer lo que Dios desea que recibamos. Estos se
realizan a través de objetos comunes y bien conocidos por el ser humano. Por
ello, el Catecismo continúa diciendo:
En la vida
humana, signos y símbolos ocupan un lugar importante. El hombre, siendo un ser
a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades espirituales a
través de signos y de símbolos materiales. Como ser social, el hombre necesita
signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos
y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios (CEC 1146).
Los signos
sacramentales
Por lo
anterior, los sacramentos se conforman por elementos visibles para conferir lo
invisible: las gracias sacramentales que transforman el alma de quien lo
recibe.
Nuevamente, el
Catecismo explica:
Desde
Pentecostés, el Espíritu Santo realiza la santificación a través de los signos
sacramentales de su Iglesia. Los sacramentos de la Iglesia no anulan, sino
purifican e integran toda la riqueza de los signos y de los símbolos del cosmos
y de la vida social. Aún más, cumplen los tipos y las figuras de la Antigua
Alianza, significan y realizan la salvación obrada por Cristo, y prefiguran y
anticipan la gloria del cielo (CEC 1152).
¿Y cuáles son
esos signos? Podemos encontrarlos de varios tipos: Las palabras, las acciones,
los cantos, el canto, la música, las imágenes sagradas. Además, están los
signos propios de cada sacramento: agua para el Bautismo, aceite para la
Confirmación, la Unción de enfermos, el Orden Sagrado y el Bautismo; el pan y
vino pala la Eucaristía; las palabras de consentimiento el Matrimonio y de
absolución en la Confesión.
Como podemos
ver, desde el Antiguo Testamento encontramos prefigurado aquellos signos que el
Señor Jesús utilizaría para dejarnos los sacramentos que administra la Iglesia,
cumpliendo su mandato, y que nos otorga las gracias necesarias para hacernos
más fácil llegar al cielo.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia