"La Virgen María, Madre de la Iglesia -dijo el Pontífice-, nos enseña a ser el pueblo santo de Dios"
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El Pontífice concluyó con un discurso en el Aula Pablo
VI los cuatro días de trabajo del XXVI Congreso Mariológico Mariano
Internacional, agradeciendo a los cerca de 600 estudiosos de Mariología
presentes en los trabajos: la Virgen no cesa de abrir puertas, crear puentes,
derribar muros y ayudar a la humanidad a vivir en la armonía de la diversidad.
“Contemplar el misterio
de Dios y de la historia con la mirada interior de María nos blinda de las
mistificaciones de la propaganda, de la ideología y de la información mal
informada, que nunca podrán aportar una palabra desarmante y desarmada, y nos
abre a la gratuidad divina, la única que hace posible que las personas, los
pueblos y las culturas caminen juntos en paz”. De este modo, subrayando cómo la escucha de la
Palabra de Dios abre a la Iglesia a la sinodalidad, el Papa León XIV resumió,
en su discurso de clausura en el Aula Pablo VI, los temas y los resultados de
los trabajos del XXVI Congreso Mariológico Mariano Internacional, celebrado en
Roma, en el Auditorium Antonianum, del 3 al 6 de septiembre, y promovido por la
Pontificia Academia Mariana Internationalis.
Durante cuatro días, unos 600 estudiosos de mariología
de los cuatro continentes han debatido sobre el tema, título del Congreso,
"Jubileo y sinodalidad: una Iglesia de rostro y praxis marianos".
Dos categorías bíblicas
El congreso, según el Pontífice, ha "reconocido",
ya desde su título, dos "categorías bíblicas": Jubileo y Sinodalidad,
que "hablan efectivamente de la vocación y misión de la Madre del
Señor", en las que "es posible leer la vocación de la Iglesia".
María es, por tanto, un modelo para la Iglesia: "La Virgen María, Madre de
la Iglesia -dijo el Pontífice-, nos enseña a ser el pueblo santo de Dios".
Una ejemplaridad de la que, añadió el Papa, "deriva también la importancia
de esta Academia Pontificia" que, meritoriamente, nos recuerda cómo
"la Iglesia tiene siempre un rostro y una praxis mariana".
"Mujer jubilar"
María, explicó León XIV, es una "mujer
jubilar" porque "comienza siempre de nuevo escuchando la
Palabra" y lo hace con la actitud descrita por San Agustín en el décimo
Libro de las Confesiones, citado por el Pontífice: no esperar la respuesta
deseada, sino aspirar a querer lo que "oye" de Dios. Como María, la
Iglesia no debe cansarse de cultivar el diálogo con Dios y plantearle preguntas
"incómodas", como hace la Virgen en el momento de la Anunciación:
"¿Cómo sucederá esto?"
"Mujer sinodal"
María es, en segundo lugar, argumentó el Papa, una
"mujer sinodal", porque está "plena y maternalmente implicada en
la acción del Espíritu Santo", que llama siempre a "caminar juntos,
como hermanos y hermanas" a quienes antes estaban "separados",
por "desconfianza mutua" o "incluso" por
"enemistad". María, explicó además León XIV, es la "perfecta
cooperadora del Espíritu Santo, que no cesa de abrir puertas, crear puentes,
derribar muros y ayudar a la humanidad a vivir en paz en la armonía de la diversidad".
Una iglesia con el rostro de María
De estas dos características, condensadas a partir de
las dos categorías bíblicas, deriva la misión de "una Iglesia con corazón
mariano" que "custodia y comprende cada vez mejor la jerarquía de las
verdades de fe, integrando razón y afecto, cuerpo y alma, universal y local,
persona y comunidad, humanidad y cosmos".
"Una pietas y una praxis
marianas -continuó explicando el Pontífice, concretando la misión caritativa de
la Iglesia- toman en serio todas las realidades humanas, empezando por los
últimos y los rechazados".
María, vía de diálogo entre culturas
Al final de su discurso, antes de concluir el
encuentro con la oración del Ave María, el Papa agradeció a la Academia
Pontificia el "servicio eclesial" que realiza, a saber,
"proponer la imagen y el mensaje de la Madre de Jesús como camino de
encuentro y de diálogo entre las culturas".
Daniele Piccini
Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News