COMENTARIO AL EVANGELIO DE NUESTRO OBISPO D. JESÚS VIDAL: "NUEVOS PROPÓSITOS"

En septiembre, junto a una cierta pereza por empezar de nuevo la rutina del trabajo o de las clases, se despierta en nosotros un deseo de empezar de nuevo.
Dominio público

Tras el descanso veraniego se renueva en nosotros una fuerza especial para iniciar nuevos desafíos. Unos se apuntan al gimnasio, otros empiezan el aprendizaje de un idioma, o inician una colección. Los anuncios de televisión o radio de este mes son un síntoma de este deseo de cambiar, de empezar, de que este curso suceda algo verdaderamente nuevo. Pero también nos preguntamos, ¿cuánto durará este impulso?

Para los cristianos, también este mes tiene un tono parecido en lo referente a la fe. Iniciamos el curso y discernimos qué iniciativas, que modos de vida harán crecer nuestra relación con Jesucristo. Unos porque durante el verano la fe ha “hibernado” y tenemos necesidad de despertarla, otros porque en alguna experiencia veraniega de peregrinación, campamento o encuentro eclesial se ha renovado y queremos vivir con esa alegría todo el curso.

En una ocasión, Jesús iba caminando hacia Jerusalén seguido por una gran multitud. También ellos, unido a un cierto temor por la incertidumbre de su destino, perciben en Jesús una fuerza que los lleva a desear empezar de nuevo. Han visto sus milagros, han escuchado sus enseñanzas y su corazón está ardiente, deseosos de seguirle a dondequiera que vaya. Pero Jesús conoce nuestro corazón y sabe que tan pronto nos dejamos llevar por la fuerza de la novedad y la promesa de victoria como nos desalentamos ante las dificultades y desfallecemos. Por eso, en un momento dado, se vuelve hacia esa multitud y les da una enseñanza acerca de las condiciones para seguirle. Una enseñanza que nos puede parecer dura, incluso escandalosa, pero que es importante atender para permanecer en su seguimiento.

Quien quiera seguirle y permanecer con él hasta el final debe posponer cualquier otro amor, incluso aquellos más cercanos en la carne: a su padre y a su madre, a su esposo, a su esposa o a sus hijos, a sus hermanos e incluso a sí mismo. El texto griego utiliza la expresión literal “odiar”, pero no hemos de entenderla en el sentido de querer el mal para ellos, sino en este sentido de “no amar por encima”, es decir, “posponer”. Cuando Jesús había anunciado por primera vez cuál era el destino hacia el que se dirigía, la entrega de su vida en la cruz, Pedro saltó para decirle que no sería así. Jesús entonces le corrigió: «ponte detrás de mí». Es este mismo sentido. Hemos de poner todos los demás amores detrás de Jesús, pues si no, viviremos una continua confrontación interior. No podemos servir a dos señores.

Esto puede ayudarnos, al principio de curso, para ver dónde queremos poner nuestra vida. Tenemos que compaginar muchos aspectos: familia, trabajo, amistades, aficiones… Normalmente las superponemos unas junto a otras, pero sin un orden concreto, y terminan chocando e interponiéndose. El Señor nos dice que si las ponemos todas detrás de él entonces encontraremos también un orden entre ellas. Y nos lo hace ver a través de dos ejemplos: el de un constructor y el de un rey que sale a la batalla.

Ahora mismo, veo desde mi ventana la reconstrucción del teatro Cervantes en Segovia. Después de estos meses de trabajos, ¿qué pensaríamos si se acabara el dinero y hubiera que dejarlo como está ahora, a medio terminar? Ciertamente sería causa de bochorno para sus promotores. Por otro lado, nos presenta el ejemplo de un rey que sale a conquistar un nuevo territorio. Si sus fuerzas son inferiores a las de su oponente, ¿qué hará? ¿lanzará a su ejército a una destrucción segura o se retirará buscando condiciones de paz? También nosotros debemos tener claro cuál es el fin último en nuestra vida. Desde ahí podremos ordenar todas las demás cosas. Si no, corremos el riego de vivir acumulando las cosas, pero no construyendo nada.

Septiembre despierta en nosotros el deseo de comenzar de nuevo, impulsados por la energía del descanso veraniego. Para los cristianos, es tiempo de renovar la fe y ordenar la vida poniendo a Cristo en el centro.

+ Jesús Vidal 

Obispo de Segovia

Fuente: Diócesis de Segovia