La parábola del rico y Lázaro ayuda a ilustrar el abismo insalvable que hay entre el cielo y el infierno
![]() |
Paul shuang | Shutterstock |
En las
películas y los cuentos populares existe la historia de alguien que va al
Infierno a rescatar a su ser querido, trayéndolo de vuelta de entre los muertos
o al Cielo desde el Infierno.
Desgraciadamente,
esta historia popular no es una posibilidad en la creencia cristiana de la vida
después de la muerte.
El propio Jesús
explica, en la parábola del rico y Lázaro, que existe un "abismo"
entre los dos reinos eternos.
"Además,
entre nosotros y vosotros se ha establecido un gran abismo para impedir el paso
a quien quiera ir de nuestro lado al vuestro o del vuestro al nuestro"
(Lc
16, 26).
Un destino
definitivo
El Catecismo de la Iglesia Católica también explica cómo la
elección de ir al Infierno después de la muerte es "definitiva" y no
puede revertirse.
"El Señor
nos advierte que seremos separados de Él si no atendemos las graves necesidades
de los pobres y de los pequeños, que son sus hermanos. Morir en pecado mortal,
sin arrepentirse y aceptar el amor misericordioso de Dios, significa permanecer
separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado
de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y los bienaventurados se
llama 'infierno'" (CEC 1033).
Cuando elegimos
ir al Infierno, lo hacemos voluntariamente y no hay vuelta atrás en nuestra
elección. Nos excluimos del Cielo y esa elección es permanente.
Aunque pueda
ser una película o una novela emocionante, es imposible ir al Infierno para
llevar a alguien al Cielo.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia