San Antonio el Real, en Segovia, reabrirá sus puertas el próximo viernes, después de que las clarisas lo pusieran en manos de 'Camino del Asombro'
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Víctor Gibello |
Donde antaño
residían 40 o 50 religiosas, hoy quedan 4 o 5 monjas mayores. ¿Es factible que,
ellas solas, sostengan un inmenso y antiguo edificio? Hasta ahora
lo han hecho, y son muchas las comunidades monásticas en toda España que han
mantenido, casi heroicamente, los descomunales caserones en pie.
Pero, a la vez, cada vez son más los conventos —algunos de ellos, de un inmenso
valor histórico y patrimonial— que se ven obligados a cerrar sus puertas y a
reagrupar a sus miembros.
Es el caso del
magnífico monasterio de San Antonio el Real, uno de los más
importantes de Segovia. Las clarisas lo han cuidado y regentado durante casi
seis siglos, pero hace un par de años se vieron obligadas a cerrarlo por el
inmenso esfuerzo que les suponía su conservación. Fue entonces cuando se
pusieron en contacto con la asociación empresarial sin ánimo de lucro «Camino
del Asombro», muy recientemente constituida, para pedir ayuda. Ahora, por
fin, podrá volver abrir sus puertas esta maravilla arquitectónica del
siglo XV: a partir del próximo viernes, y por primera vez en
casi 600 años, los visitantes podrán recorrer pasillos, celdas y claustros por
los que, hasta hace muy poco, solo transitaban las monjas de clausura.
«El público podrá visitar esta joya cultural y patrimonial y descubrir estancias como el claustro, la sala capitular o las antiguas celdas, con recorridos sobrios y contemplativos. Además, se organizarán exposiciones y actividades vinculadas a la historia, la naturaleza, la astronomía, la gastronomía, la literatura o las artes», han explicado desde Camino del Asombro. La asociación tiene como fin «recuperar, en su sentido más amplio, el patrimonio espiritual, cultural y material de los monasterios en España; no solo para preservarlo, sino también para devolverle su sentido original, para que estos espacios —muchos de ellos olvidados o a punto de desaparecer— vuelvan a tener un lugar en la vida contemporánea».
La Reina
Isabel la Católica
San Antonio el
Real es uno de los conjuntos monásticos más bellos y singulares del patrimonio
castellano. Su historia comienza en 1454, cuando el príncipe Enrique —futuro Enrique
IV— recibe de su padre, Juan II, la finca de El Campillo, lugar
de recreo en Segovia. Al acceder al trono, la cede a la orden franciscana,
que levanta allí un convento. Años después, Isabel la Católica obtiene
una bula papal para trasladar a este espacio a parte de la comunidad de
clarisas. Conserva una arquitectura única y una riqueza artística excepcional:
artesonados, blasones, retablos, estancias reales y piezas litúrgicas han
logrado vencer a la implacabilidad del tiempo gracias a la custodia de la
comunidad religiosa que lo habitó en silencio.
Fue convento en
activo, pero también pabellón de caza real, residencia vinculada a
linajes y testigo callado de disputas por la Corona. En sus estancias aún
resuenan los blasones de Enrique IV y de Juana de Avis, y la
historia truncada de la Beltraneja. El conjunto combina
elementos góticos con una destacada decoración mudéjar,
y conserva espacios de gran valor: refectorio, sala capitular, claustro,
iglesia, altar barroco, retablos flamencos. Este viernes, ese legado se abrirá
al mundo.
Álex Navajas
Fuente: El Debate