Al dirigirse a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Papa León XIV pidió sancionar a las cúpulas políticas que “engordan con la corrupción y la impunidad”, mientras los civiles “enflaquecen por la miseria”.
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Imagen referencial del Papa León XIV Crédito: Vatican Media. Dominio público |
En este sentido, subrayó que “la Iglesia alienta todas las
iniciativas para poner fin al escándalo del hambre en el mundo”, y recordó que
Cristo enseñó que, para derrotar el hambre, es más efectivo compartir “que
acumular codiciosamente”.
A continuación, lamentó que la seguridad alimentaria mundial “no
deja de deteriorarse”, lo que hace cada vez más improbable “la consecución del
objetivo ‘Hambre cero’ de la Agenda 2030”.
Además, calificó de “triste y vergonzoso” el hecho de que,
“aunque la tierra es capaz de producir alimentos suficientes para todos
los seres humanos”, tantos pobres en el mundo “sigan careciendo del pan nuestro
de cada día”.
El hambre como arma de guerra
También puntualizó que, en la actualidad, “asistimos desolados
al inicuo uso del hambre como arma de guerra”, debido a que “matar de hambre a
la población es una forma muy barata de hacer la guerra”.
“Esto conduce a que ingentes cantidades de personas sucumban al
flagelo de la inanición y perezcan, con el agravante de que, mientras los
civiles enflaquecen por la miseria, las cúpulas políticas engordan con la
corrupción y la impunidad”, denunció.
Frente a esta realidad, el Papa León XIV remarcó que “es hora de
que el mundo adopte límites claros, reconocibles y consensuados para sancionar
estos atropellos y perseguir a los causantes y ejecutores de los mismos”.
Para el Pontífice, postergar una solución “a este lacerante
panorama no ayudará; al contrario, las angustias y penurias de los menesterosos
seguirán acumulándose, haciendo el camino aún más duro e intrincado”.
Por lo tanto, insistió en que es urgente “pasar de las palabras
a los hechos, poniendo en el centro medidas eficaces que permitan a estas personas
mirar su presente y su futuro con confianza y serenidad”.
Recordó, asimismo, a las generaciones futuras, que vivirán
injusticias y desigualdades “si no actuamos ahora con sensatez”.
Para el Santo Padre, las crisis políticas, los conflictos
armados y las perturbaciones económicas “juegan un papel central” en el
empeoramiento de la crisis alimentaria, que socava a su vez el derecho “de
llevar una vida digna y llena de oportunidades”.
Exhortó por ello a la escucha y al diálogo entre las partes
implicadas, recordando, además, que los sistemas alimentarios tienen una gran
influencia en el cambio climático.
El cuidado del medioambiente
El Pontífice mencionó especialmente a los pueblos indígenas y a
quienes sufren injusticias provocadas por las catástrofes naturales, y pidió
que “se adopten estrategias que prioricen la regeneración de la biodiversidad y
la riqueza del suelo”.
“Sin una acción climática decidida y coordinada, será
imposible garantizar sistemas agroalimentarios capaces de alimentar a una
población mundial en crecimiento. Producir alimentos no es suficiente, también
es importante garantizar que los sistemas alimentarios sean sostenibles y
proporcionen dietas sanas y asequibles para todos”, agregó.
En este sentido, pidió evitar “la lógica de la explotación
salvaje de la creación” y un mayor “compromiso de cultivar y cuidar el medio
ambiente y sus recursos, para garantizar la seguridad alimentaria y avanzar
hacia una nutrición suficiente y saludable para todos”.
Lamentó también el desvío de los recursos financieros para el
negocio de la fabricación y el comercio de armas, con el que se “fomentan
ideologías cuestionables, al tiempo que se registra el enfriamiento de las
relaciones humanas”.
Al término de su mensaje, el Papa León renovó su llamamiento a
realizar acciones concretas, “arraigadas en planteamientos serios y con visión
de futuro”, dejando al margen “retóricas estériles”.
Expresó, además, la cercanía de la Santa Sede, especialmente a
aquellas regiones remotas, “que no pueden levantarse de su postración
debido a la indiferencia de cuantos deberían tener como emblema en su vida el
ejercicio de una solidaridad sin fisuras”.
“Con esta esperanza, y haciéndome portavoz de cuantos en el
mundo se sienten desgarrados por la indigencia, pido a Dios Todopoderoso
que vuestros trabajos se vean colmados de frutos y redunden en beneficio
de los desvalidos y de la entera humanidad”, concluyó.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI