En su mensaje, los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada exponen que la oración personal y comunitaria, realizada “con fe sincera”, lleva a descubrir a Cristo “como el mayor bien, como la esperanza que no defrauda”
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Crédito: Sitio web Libreslapelicula.com. |
La Conferencia
Episcopal Española (CEE) alienta la esperanza de la vida contemplativa cuya
presencia ha menguado de manera significativa, con un 20% menos de monasterios
y un 30% menos de claustrales desde 2013.
Según se
desprende de los datos aportados en las memorias anuales de la CEE de los
últimos años, en 2013 la Iglesia en España contaba con 865 monasterios y 10.899
monjes y monjas contemplativas.
A lo largo de
los años, ambas cifras han ido disminuyendo de manera paulatina, pero
constante, sobre todo en el número de monasterios, (703 en 2023), y con
ligerísimas oscilaciones en cuanto a personas contemplativas, pero con un saldo
negativo que supera los 3.000, hasta llegar a los 7.664.
Con motivo de
la solemnidad de la Santísima Trinidad que se celebra el próximo domingo, la
CEE celebra la Jornada Pro Orantibus, bajo el lema “Orar con fe,
vivir con esperanza”. En su
mensaje, los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada
exponen que la oración personal y comunitaria, realizada “con fe sincera”,
lleva a descubrir a Cristo “como el mayor bien, como la esperanza que no
defrauda”.
Así, en una
vida sostenida en la oración, no cabe “la apatía, la rutina, ni la
desesperanza, sino que su fruto es justamente una vida que se afronta con
esperanza, con entera confianza en el Señor”, argumentan los prelados.
Centrados en
quienes han abrazado la vida contemplativa, los obispos subrayan que siguen
siendo necesarios “como faros que iluminan el camino de los hombres y mujeres
de nuestro tiempo, y especialmente, de la Iglesia”.
“Os necesitamos
para que escuchéis los temores y esperanzas, gozos y sufrimientos de nuestro
mundo y de la Iglesia, y se los confiéis a Dios”, añaden los prelados antes de
señalar: “Vuestra oración creyente y sostenida, vuestra esperanza vivida contra
toda esperanza, os da y nos da vigor, y es para nosotros aliento en la oración
y en la espera definitiva, la de Cristo vivo y glorioso”.
Como parte de
los materiales de preparación para esta jornada, la CEE incluye varios
testimonios que ayudan a comprender esta vocación esencial en la Iglesia
Católica.
La hermana
cisterciense María Pilar Avellaneda, del Monasterio de La Encarnación en
Córdoba, destaca la necesidad de “acoger el don de Dios, reavivarlo, cuidarlo y
para ello, cultivar la vida de oración, ,momentos detenidos de adoración, de
encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, porque las
tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las
dificultades, y el fervor se apaga”.
"El
puente colgante de la esperanza”
Fray Miguel
María Vila, comparte su experiencia de vida contemplativa en el monasterio
cisterciense de San Isidro de Dueñas, en Palencia. Al ingresar, “surge un
vértigo al ver el vacío que hay entre lo que se deja y lo que se va a abrazar”,
pero ante el miedo y la incertidumbre, “en el vacío se extiende el puente
colgante de la esperanza”.
Cuando pasan
los años, esta virtud teologal actúa en la vida contemplativa, de tal forma que
“el claustro deja de ser el lugar perfecto, para convertirse en el lugar donde
perfeccionarme en la caridad, la paciencia y la misericordia conmigo mismo y
los demás”.
De esta manera,
prosigue fray miguel, “la ilusión deviene en esperanza. Pero esta
transformación implica la renuncia a los ídolos de este mundo, como son el
éxito y la inmediatez. Esta actuación de la gracias necesita también de nuestra
colaboración”.
La vida
contemplativa nutre la acción pastoral diocesana
El vicario
general de Vida Consagrada de la Diócesis de Vitoria, P. Manuel Gómez-Tavira,
subraya que “la vida contemplativa ha sido desde los inicios del cristianismo
una de las formas más eminentes del seguimiento de Cristo” por ello se erige en
“escalera de luz y oración en el seno de las diócesis”.
Sobre esta
relación con el resto de realidades diocesanas, el presbítero enfatiza que “la
oración y la soledad de los contemplativos fortalece la pastoral y la
evangelización de los obispos, de los sacerdotes, de la vida religiosa y del
laicado”.
Al mismo
tiempo, los monasterios y conventos “suelen convertirse en refugios
espirituales dentro de las diócesis, ofreciendo espacios de retiro, escuelas
espirituales, acogida de peregrinos y dirección espiritual”, de tal manera que
su existencia “es complementaria y nutre espiritualmente la acción
evangelizadora de la diócesis”.
A juicio del P.
Gómez-Tavira, “es muy importante que los obispos fomenten su presencia en las
diócesis y promuevan el vínculo entre las comunidades de clausura y la vida
pastoral”. En ese sentido, concluye: “en las diócesis es indispensable porque
su presencia refuerza la vida espiritual, con un sostén insustituible a la
labor pastoral y ofreciendo a los fieles un testimonio vivo de Dios en nuestro
mundo”.
Por su parte,
la hermana carmelita descalza María Amata di Gesú, del monasterio de Toro
(Zamora), comparte cómo fue su experiencia en el congreso vocacional impulsado
por la CEE a principios de 2025 con el lema “Para quién soy yo”.
A raíz de
aquella experiencia, la religiosa contemplativa recuerda que “ya no es el
tiempo de la Iglesia triunfalista que atrae adeptos en tropel, que se impone en
la sociedad, que emerge por sus estructuras”.
En
consecuencia, la Iglesia “necesita que los cristianos sientan la fuerte
responsabilidad y la tarea de ser piedras vivas comprometidas en la
construcción de un edificio espiritual” ante un cambio radical del panorama:
“Las comunidades se reducen y empobrecen hasta desaparecer, las iglesias se
vacían, faltan sacerdotes”, describe sin perder la esperanza ya que se trata de
un mundo “que no debe ser visto como un enemigo al que hay que combatir, sino
un terreno favorable en el que dar fruto”.
En este
ambiente, la religiosa expone que la vida orante “no sólo se convierte en
intercesión y súplica, sino que debe saber vivir la fatiga de permanecer en su
amor, incluso cuando no le vemos sentido, cuando el cansancio se apodera de
nosotros, cuando no vemos los frutos”.
Por último,
afirma que “la vida contemplativa es una parte de la Iglesia y ,como tal, la
sostiene, pero también necesita ser sostenida y custodiada”.
Por Nicolás de
Cárdenas
Fuente: ACI Prensa