Hace unos días, recibí en mi despacho a una persona que me habló de su proceso de vuelta a la fe católica a partir del fallecimiento de su hija de dieciocho años por una repentina enfermedad.
| Pentecostés. Foto: Vatican News. Dominio público |
En estas conferencias radiofónicas, entre otros muchos temas, Lewis presenta la identidad de Dios, de una forma muy sencilla, como un Padre que ama a un Hijo. Muchas veces buscamos imágenes para hablar de Dios y nos olvidamos de que Dios mismo se ha revelado dándonos la IMAGEN (con mayúsculas) real.
Sabemos que Dios es un Padre que ama totalmente a
su Hijo y que le da todo lo que es y todo lo que tiene. Y, al mismo tiempo, Dios
es un Hijo que ama totalmente a su Padre y le da en respuesta, todo lo que el
Padre le ha dado y de lo que él mismo se había apropiado: es decir, todo lo que
es y todo lo que tiene. ¿Por qué sabemos que Dios es así? Porque el mismo Hijo
nos lo ha contado. Así de sencillo y verdadero.
Y esta es una realidad fácil de
entender para todos. No todos somos padres biológicos (aunque hay muchas formas
de ser padre), pero es seguro que todos somos hijos. Y sabemos que lo que
somos, en principio, se lo debemos a nuestros padres, y también lo que tenemos.
Pues, aunque lo hayamos desarrollado con ayuda de otros y hayamos conseguido
muchas cosas por nuestro propio esfuerzo ¿acaso podemos pensar en un inicio de
nuestra vida sin la presencia de un padre?
Por eso podemos entender a un Padre
que es la fuente del ser de su Hijo y que le ama totalmente; y un Hijo cuya
única razón de ser es amar a su Padre y reconocerle todo lo que le ha dado. Y
esta comunión es una grandísima alegría, como una mañana de regalos en la que
Padre e Hijo se lo entregan todo mutuamente. Pues bien, este amor —continúa
Lewis en su disertación— es tan enorme, que es también persona, es decir, que
podemos relacionarnos y hablar con él. Y ¿de qué nos hablará este Amor? Pues de
lo único que sabe: del Padre y del Hijo y de cómo se aman.
Este amor es el Espíritu Santo que
Jesús, por deseo de su Padre, ha querido compartir con nosotros para que nos
llenemos de su amor y de su alegría. Es como un precioso y continuo baile de
celebración. En el conocido icono de la Santísima Trinidad de Rublev,
conservado en la Galería Tretiakov de Moscú, la Trinidad aparece danzando en
torno a un altar en el que encuentra un cordero sacrificado. Así se deduce de
los pies cruzados de las figuras de los ángeles que están situados en los
extremos del icono y que representan al Padre y al Espíritu Santo.
Dios ha querido hacernos parte de su
alegría y por eso, en este domingo de Pentecostés se celebra también el día de
la Acción Católica y el Apostolado Seglar. Esto no es otra cosa que la acción
de los cristianos de asociarse para llevar al mundo este mensaje de comunión.
Detrás de las diversas formas de asociación que existen en la Iglesia: para
atender diversas necesidades; para anunciar el evangelio; para llevar la
enseñanza; para adorar al Señor; para venerarle en una imagen y llevarle como
testimonio por las calles… En cada una y en la unión de todas, se percibe la
acción del Espíritu Santo que las promueve y las sostiene formando un verdadero
mosaico multicolor. En estos primeros meses de presencia en Segovia, doy
gracias por todas las formas de asociación de los cristianos en Segovia, que
hacen de nuestra diócesis una Iglesia muy viva.
El amor entre el Padre y el Hijo es
tan grande que se desborda y busca formas de creatividad para llegar a todos y
llenarles de su pasión.