En 'Eméritos',
el obispo ha recordado su infancia, su etapa como obispo auxiliar de Madrid y
titular de Segovia, y advierte que el mundo de hoy está marcado por una
creciente "deshumanización"
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Foto: TRECETV. Dominio público |
Era maestra y
amante de la escritura, pasión que luego recogió el propio César Franco, y que
le llevó incluso en 2023 a ganar el XLIII Premio Mundial de Poesía Mística
Fernando Rielo con el poemario 'Visiones'.
Y es que para
el obispo madrileño, la poesía es una forma de aproximarse al Misterio a través
de la belleza: “Cuando he estado en la oración, un poco desolado, pues resolvía
los problemas escribiendo poesía, entonces por supuesto es un camino hacia Dios
es evidente porque Dios es la palabra y una palabra poética, si hay alguna, por
excelencia es la Cristo”, ha comentado en el programa 'Eméritos' de TRECE.
La poesía fue su aliada
cuando perdió a su hermano en un
accidente de la montaña: “Fue un choque muy fuerte para mí, tuve que
interrumpir el internado, yo tenía quince años y mi hermano 19. Me sobrecogió
de tal manera que los primeros sonetos que escribí fueron dedicados a él. El sufrimiento y el dolor es un camino de
madurez”, ha aseverado.
Nacido en
Piñuécar (Madrid), su infancia transcurrió en Peñalba de la Sierra, en la
provincia de Guadalajara. A los seis
años ya sintió la llamada del Señor a la vocación sacerdotal, pero su
madre, otra vez ella, le dijo que había que esperar a los once.
Dicho y hecho.
César Franco ingresó en el seminario, donde también brotó su amor por el cine.
Las de Hitchcock las ha visto una y mil veces. Mozart
o Bach son la banda sonora de su vida, también en su etapa como emérito.
La crisis de las vocaciones y la radiografía de los
jóvenes
César Franco
reconoce que vocaciones tan tempranas es difícil que se den en el mundo de hoy,
donde “el ruido, las prisas y la poca
interioridad” impiden que se oiga con nitidez la voz de Dios. “A los
jóvenes les cuesta mucho la interioridad. A mi me sorprende cuando pregunto a
los jóvenes qué quieren ser y no saben qué contestar, o qué pensáis de
vosotros, decidme vuestras cualidades, se callan, pero en colegios de Maristas,
Claretianos y en momentos de pastoral episcopal, me sorprende mucho la
incapacidad para adentrarse en ese mundo esencial donde se hacen las preguntas
fundamentales”.
Pese a valorar la
espontaneidad y estilo directo de los jóvenes, César Franco percibe “mucha
superficialidad” en ellos, esclavos a su
juicio de “un emotivismo que les hace mucho daño, porque viven a fuerza de emociones, se mueven por emociones y no por la
racionalidad”,
subraya.
En este contexto,
lamenta el obispo emérito de Segovia, “la cuestión del ministerio sacerdotal
resulta difícil de plantear”.
En este sentido,
Franco considera que es capital que los laicos sean conscientes de la
importancia de su presencia en la vida pública, alejado del clericalismo o la
creencia de que la Iglesia se reduce a obispos y el Papa: “Juan Pablo II decía
que la nueva evangelización se hace con los laicos o no se hará. Si
nunca se ha concebido que un cristiano esté con los brazos cruzados, hoy menos,
y hay muchos cristianos de brazos caídos o brazos cruzados, quizás porque no
les hemos ayudado los pastores a entender su misión en el mundo”, ha opinado.
La visita de Juan Pablo II, la JMJ de 2011 o la
tragedia del 11-M: la etapa como obispo auxiliar de Madrid
César Franco fue nombrado obispo auxiliar de Madrid en
1996, hasta su elección como titular de Segovia en 2014. Casi dos décadas
de ministerio episcopal en la capital, que coincidió con hechos tan
“espléndidos” como la visita de Juan Pablo II en 2003, la JMJ de 2011 o hechos trágicos
como el 11-M.
“El 11-M fue
sobrecogedor, de estar paralizado y decir qué tragedia, qué odio, cómo es
posible esta masacre. De esa cosas que te quedas mudo y lo que haces es elevar
a Dios una oración. Yo estaba con mi madre y rezamos. Te quedas sobrecogido,
como el 11 de septiembre. Esto lo hace
el hombre, cómo es posible que llegue a esta malicia, a esta venganza, a la
muerte por la muerte”, se ha cuestionado.
Algunos lo han
olvidado, pero César Franco escribió la letra de la JMJ de Madrid en el año
2011. Un acontecimiento eclesial que, a su juicio, dio como resultado muchos
frutos, “desde una chica alemana que era
atea y venía para conocer esto y pidió el bautismo al final de la JMJ, a
otros tantos que has ido conociendo a través de cartas. Logramos una sinergia
espléndida. Hasta la tormenta al Papa le pareció maravillosa, una tormenta
llena de luz”, recuerda con sorna.
Sobre la letra,
Franco confiesa que “no quería, fue una obediencia”. “Yo estaba en el comité de
organización y el cardenal Rouco dijo que la hiciera yo”, recuerda.
“Vivimos en una sociedad cada vez más deshumanizada”
El obispo emérito
de Segovia ha reflexionado sobre una de las lacras sociales de hoy, como es la soledad o el creciente individualismo y que
hace daño especialmente a los jóvenes, a quienes “no se les acompaña ni se
les educa bien”. “Hay heridas, pecados o situaciones personales en las que uno
mismo no se perdona y entra ahí la desesperación y puede abocar en un
suicidio”, ha planteado.
En este punto,
Franco recordaba tragedias personales que le marcaron en su etapa como
sacerdote: “Recuerdo a un joven de mi parroquia en Madrid que me pidió la
confesión, era una confesión normal, no le encontré una situación de conflicto
grave... Y al día siguiente me entero
que llega a su casa, sus padres están discutiendo en el salón, pasa por delante
de ellos y se arroja por la ventana”.
Otro capítulo
amargo que vivió el obispo al poco tiempo de ser elegido obispo auxiliar de
Madrid, fue el suicidio de dos adolescentes en el viaducto: “Leí la carta que
habían escrito y me impresionó porque las dos tenían catorce años, decían
'estamos solas, en casa no podemos hablar de nuestros problemas, con nuestras
amigas no hablamos de nuestros problemas'. Era
el grito de la soledad y el no poder manifestar lo que le pasaban y recibir una
palabra de ayuda y de consuelo”.
Ejemplos que
ponen de manifiesto, según César Franco, de la deshumanización social, que se
suma a otros problemas como “las redes, la pornografía, las experiencias tan
inmediatas de la vida sexual, todo esto a los que no están hechos, y un chico
de catorce o quince años no puede estar hecho, les descoloca totalmente y les
puede perder”, ha alertado.
Fuente: ECCLESIA/COPE