Para quienes han vivido una experiencia matrimonial infeliz, la verificación de la validez o no del matrimonio representa una posibilidad importante
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La inauguración
del Año Judicial del Tribunal de la Rota Romana fue el único compromiso de
Francisco el viernes 31 de enero. El Papa recordó el 10º aniversario de la
publicación de dos documentos para la reforma del proceso de nulidad
matrimonial, no con la intención de favorecerlo, sino de agilizar los procesos.
El tema de la
nulidad matrimonial estuvo en el centro del discurso del Papa en la
inauguración del Año Judicial del Tribunal de la Rota Romana, celebrada el
viernes por la mañana en el Vaticano.
Francisco
recordó que este año se cumple el décimo aniversario de dos «Motu Proprio»
(Mitis Iudex Dominus Iesus y Mitis et Misericors Iesus), con los que reformó el
proceso para declarar nulo el matrimonio. Y aprovechó este encuentro para
evocar el espíritu que impregnaba esta reforma. Una de las intenciones era
hacer los procesos más accesibles y ágiles, con la figura del obispo diocesano
en el centro. El obispo diocesano es el responsable de administrar justicia en
la diócesis, constituyendo el tribunal.
Por ello, el
Pontífice pidió que la actividad de los tribunales se incluya en la pastoral
diocesana, encargando a los obispos que se aseguren de que los fieles conocen
la existencia del proceso como posible remedio a la situación de necesidad en
la que se encuentran. «A veces es triste saber que los fieles desconocen la
existencia de esta vía», dijo Francisco, añadiendo que es importante garantizar
la gratuidad del procedimiento para que la Iglesia manifieste el amor gratuito
de Cristo.
En el centro de
la reforma, continuó el Papa, está la preocupación por la salvación de las
almas, que debe guiar su aplicación. «Nos sentimos interpelados por el dolor y
la esperanza de muchos fieles que buscan claridad sobre la verdad de su
condición personal y, en consecuencia, sobre la posibilidad de participar
plenamente en la vida sacramental».
Para quienes
han vivido una experiencia matrimonial infeliz, la verificación de la validez o
no del matrimonio representa una posibilidad importante. Al garantizar el
derecho de defensa y la presunción de validez matrimonial, la finalidad del
proceso no es complicar innecesariamente la vida de los fieles, ni mucho menos
exacerbar el conflicto, sino prestar un servicio a la verdad.
La intención,
por tanto, no es favorecer la nulidad de los matrimonios, sino agilizar el
proceso. Por este motivo, se ha suprimido la necesidad de una doble sentencia.
Con estos cambios, se pide a quienes trabajan en este campo que sean
especialmente prudentes en la aplicación de las normas, con sentido de
«veneración» por la realidad conyugal y matrimonial, recordando que la familia
es el reflejo vivo de la comunión de amor que es Dios Uno y Trino.
Por último, el
Papa recordó que los esposos unidos en matrimonio han recibido el don de la
indisolubilidad, que no es una meta que deban alcanzar con su propio esfuerzo
ni un límite a su libertad, sino una promesa de Dios. Y concluyó:
«Queridas
hermanas, queridos hermanos, la Iglesia les confía una tarea de gran
responsabilidad, pero aún más de gran belleza: ayudar a purificar y restaurar
las relaciones interpersonales. El contexto jubilar en el que nos encontramos
llena esta tarea de esperanza, una esperanza que no defrauda. Invoco sobre
todos ustedes, peregrinos de la esperanza, la gracia de una conversión gozosa y
la luz para acompañar a los fieles hacia Cristo, que es el Juez manso y
misericordioso».
Bianca
Fraccalvieri
Vatican News