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Antonio Gravante / Cathopic. |
Paolo D'Ambrosio es el rector del santuario de la Madonna
del Sacro Monte de Viggiano, una localidad de tres mil habitantes en la región
italiana de la Basilicata, unos cien kilómetros al sur de Nápoles.
El templo fue elevado por Pablo VI a la condición de
basílica pontificia en 1965, y en 1991 Juan Pablo II proclamó esta
advocación como protector y patrona de toda la región de los Apeninos
lucanos, donde es venerada desde hace siglos. La imagen, una 'Virgen negra',
fue escondida bajo tierra durante las invasiones sarracenas del siglo
XI para evitar su destrucción, y pasado el tiempo rescatada por unos pastores a
quienes arrastraron al lugar unos fenómenos de luz sobrenatural.
Hace no mucho tiempo, según recoge Il Timone en su nº 246 (enero de
2025), don Paolo estaba buscando un documento parroquial que le
obligó a revisar con detalle el archivo histórico. Entonces reparó en un acta
de bautismo "mucho más larga que las demás", lo que llamó su
atención.
"Comencé a leerla de forma casual", explica:
"¡Cuántas veces no habré ojeado esos papeles sin reparar en éste!".
Lo que encontró es una historia muy aleccionadora en su
sencillez, sintetizada en las anotaciones que hizo su predecesor, que firma
como Giuseppe Pisani.
El texto del acta de bautismo
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Il Timone |
4 de julio de 1843. El que abajo suscribe, arcipreste y cura de esta iglesia matriz de los santos apóstoles Pedro y Pablo de Viggiano, habiendo asistido a la muerte de Rufina María****, esposa de Vincenzo****, embarazada de cerca de seis meses, y tras haberme asegurado de su muerte real, urgí a realizar lo antes posible, en beneficio espiritual de la prole, el parto por cesárea, que realizaron los profesores cirujanos don Girolamo**** y don Nicola****, y concluida la operación, se ha encontrado en el útero de la difunta madre un hijo varón bien conformado y con todos los miembros humanos y dotado aún de vida, tras asegurarse de ello el citado profesor Nicola****, el cual, a la vez que yo, tocó con la mano la sien y el pecho del niño, y tanto una como otro dieron claros signos de vida con su continua pulsación, por lo cual he administrado el santo Bautismo privadamente según el rito previsto por el Rito Romano, en presencia de los citados profesores y de la matrona Anna Rosa***.
Un testimonio de caridad
"Me impactó la preocupación del sacerdote por salvar
este alma", comenta don Paolo a Il Timone.
La autora del reportaje, Annalisa Teggi, relaciona el
episodio con el moderno debate sobre el aborto, cuya legitimidad, hace
casi dos siglos, a nadie se le ocurría ni plantear: "La comparación con el
lenguaje actual es inevitable, chirría la insistencia en el 'cuerpo' de la
mujer precisamente durante el embarazo y en nombre de una presunta
libertad".
En 1843, para las cuatro personas citadas -el sacerdote, los dos
médicos, la matrona- lo que hay es un cuerpo dentro de otro, un ser humano
dentro de otro, perfectamente conformado cuando aún faltan más de tres meses
para su nacimiento. Hoy tenemos además algo que entonces no tenían: no solo su
perfecta diferenciación visible, sino su aún más identificadora diferenciación
genética.
Pero, además, subraya Teggi, hoy "el alma ha sido cancelada del discurso, haciéndonos la amarga ilusión de que en el reino de la experiencia rige también la mentira de una libertad construida solo sobre la voluntad egocéntrica, sin relación con el ser que vive".
C. L.
Fuente: ReligiónenLibertad