Antes de rezar el Ángelus dominical, el Papa Francisco resalta que, incluso en tiempos de dificultad, el amor de Dios nunca nos falta, y siempre nos ofrece abundancia para llenar nuestras vidas de alegría y esperanza
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Hubo una vez
que Jesús convirtió el agua en vino y este suceso se conoce como “el milagro de
las bodas de Caná”. Este milagro, según el Papa, no solo revela el poder de
Jesús, sino que también simboliza el amor generoso de Dios hacia la humanidad.
En el Ángelus del II domingo del Tiempo Ordinario (19 de enero de 2025) el Papa
Francisco destaca dos elementos clave de este pasaje del Evangelio según Juan:
la falta y la sobreabundancia.
“Por un
lado, falta vino y María le dice a su Hijo: «No tienen vino»; por el otro,
Jesús interviene haciendo llenar seis grandes ánforas y, al final, el vino es
tan abundante y exquisito que el dueño del banquete pregunta al esposo porque
lo ha conservado hasta el final”. “Entonces – continúa el Papa –nuestro
signo es siempre la falta, pero el signo de Dios es la sobreabundancia”.
Dios no es
tacaño
En este
sentido, el Papa pregunta: “A la falta del hombre ¿cómo responde Dios? Y en
seguida da la respuesta: “con la sobreabundancia”:
“Dios no es
tacaño; Dios cuando da, da mucho. No te da un poco, te da mucho. A nuestras
carencias el Señor responde con su superabundancia.”
El Papa
recuerda que también en el banquete de nuestras vidas a veces nos encontramos
con que falta el vino: “Sucede cuando las preocupaciones que nos
afligen, los temores que nos asaltan o las fuerzas perturbadoras del mal nos
roban el sabor de la vida, la ebriedad de la alegría y el sabor de la
esperanza”. El Papa advierte estar atentos a esta falta, porque cuando
el Señor da, da sobreabundancia: “Parece una contradicción: más
carencia nuestra, más sobreabundancia del Señor, porque el Señor quiere hacer
fiesta con nosotros, una fiesta que no tendrá fin”.
Lección
espiritual
Este III
domingo de 2025, el Pontífice no solo ha reflexionado sobre un episodio
evangélico, sino que ha ofrecido una profunda lección espiritual: aunque
nuestras vidas puedan verse desbordadas por las preocupaciones y las
dificultades, nunca nos faltará la ayuda de Dios, por ello, ha invitado a los
fieles a rezar a la Virgen María, para que ella interceda por nosotros y, en
este año jubilar, “nos ayude a redescubrir la alegría del encuentro con el
Señor Jesús”.
Mireia Bonilla
Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News