Miranda, ya embarazada, junto a su marido y sus cuatro hijas, todas ellas vestidas de guardia civil. Dominio público |
Miranda Nortes es el ejemplo de
que con determinación, tesón y fe se puede tener una familia numerosa en el
siglo XXI. Y es cierto que no faltan las dificultades, pero estas se pueden
solventar. Y ella ha podido cumplir su sueño de ser guardia civil, dejando su
profesión anterior de maestra de primaria, sin tener que renunciar a la
maternidad.
“Mi primera hija la
tuve con 20 años. Y
estoy casi de 40 semanas de la quinta. Son todas niñas”, cuenta Miranda a La Voz de Galicia.
De
este modo, esta joven agente explica: “Yo era maestra, pero no tenía mi plaza
fija. Entonces, mi marido fue el que preparó primero las oposiciones a guardia
civil. Las aprobó hace ahora cuatro años. Y yo he tardado tres en sacármelas.
Me quedé embarazada mientras preparaba las oposiciones. Entre la segunda vez
que me presenté y la tercera que aprobé nació mi Pilar. Di a luz en enero, en octubre
tuvimos el examen teórico y en noviembre la prueba física”. Y además fue la
número uno de su promoción.
Miranda
reconoce que no es usual tener tantos hijos y preparar unas oposiciones
embarazada. Afirma que “la
gente alucina. Y te hacen las preguntas típicas, que cómo lo hacemos. Pero el primer hijo es el que te cambia
la vida. Y con los demás es ir sumando un poco más de trabajo. Es pura
organización, la verdad”, dice.
Además,
esta joven agente añade que “venimos
los dos de familias grandes y estamos acostumbrados a este jaleo. No
nos pilla de nuevas”.
Preguntada
sobre cómo pudo lograr sacarse la oposición, Miranda habla de distintos
aspectos: “Con mucha fuerza y durmiendo poco. Y con mi marido de la mano. Él estaba al pie del cañón
para poder darme tiempo para estudiar”.
“Me
levantaba a las cinco y media o seis de la mañana. Empezaba a estudiar hasta que
despertaba a las niñas, las preparaba, las llevaba al cole y ya seguía
estudiando. Y mientras hacía las cosas de casa, me ponía una clase del profesor
de la academia y la iba escuchando. Por la tarde, recogía a las niñas del cole
cuando salían y mi marido se quedaba con ellas en el parque mientras yo
estudiaba hasta la hora de la cena, las duchas y los deberes. Sé que lo conseguí porque mi
marido estaba al 100 % conmigo. Había mucho trabajo que él se iba comiendo
solo”.
Fuente: ReL