Las asociaciones provida en lengua inglesa ya desde hace unos años publican las cifras de causas de mortandad mundial, que toman de la web Worldometer, que a su vez las toma de entidades internacionales y académicas. Así sabemos de qué se muere la gente.
Un grupo de jóvenes de 40 Días por la Vida reza en silencio ante un abortorio en las calles de España. Dominio público |
El cristianismo es una
religión que defiende la vida, especialmente la de los débiles, los
pequeños y pobres. Es
también una religión mundial: le interesa la justicia y la defensa de
la vida en todo el mundo.
Hay muchas causas de muerte en nuestra época, algunas especialmente
injustas e indignantes. Pero se mire como se mire, con las cifras en la mano,
no hay nada tan malo como el aborto, y los cristianos no deberían arrinconarlo como un tema menor o
para especialistas.
La Iglesia debería premiar, incentivar, animar a los que defienden
la vida, y ser su gran apoyo, y no mirarles como "raritos".
El aborto no es un tema menor, sino la carta más violenta en la
baraja del mal.
Comparando con otros males
Los muertos en accidente de tráfico también están en un mismo rango: suelen ser 1,34 o 1,35 millones al año.
La gripe de cada año mata unas 500.000 personas, la mayoría ancianos que ya tenían otras muchas complicaciones.
Por qué destaca el aborto
El aborto provocado destaca en estas tablas
porque es una cifra mayor
incluso que todas las otras juntas.
En 2022 y 2023 rondaban los 44 millones.
En 2024, siempre según Worldometer, eran 45,1 millones. Más que nunca.
Por cada niño pobre que muere de una enfermedad evitable, otros 6 son voluntariamente matados antes de que nazcan. Por cada persona que muere en un accidente de tráfico, 33 niños son voluntariamente abortados.
Si repasamos las cifras de Worldometer de causas de muerte, se comprueba que 4 de cada 10 humanos que murieron el año pasado (y los anteriores) lo hicieron porque otros humanos, adultos, no les dejaron nacer, los mataron en el seno materno.
Esa cifra es igual a sumar todos los habitantes de Chile, Uruguay,
Paraguay, Bolivia y Panamá. Imaginemos que mueren todos ellos. Y en un solo año, insistamos.
Algunos cambios: a bien en
EEUU, a mal en Hispanoamérica
Es verdad que con nuevas leyes ProVida en algunos estados de EEUU,
han disminuido los abortos en ese país, salvando decenas de miles de bebés
norteamericanos cada año. Pero es poco comparado con el crecimiento del aborto en
países hispanos, y en España, o su banalización masiva en China y la India.
En el país de México hubo unos 12.500 abortos legales anuales en
los años de esta década, mientras que en la década pasada eran unos 17.000 al
año. En 2013 se realizaron 20.765, triste récord para el país, pero una quinta
parte de lo que se hace en España en un año. Entre 2007 y mayo de 2023, se practicaron en México un total
de 263.000 abortos legales: 180.000 correspondían a mujeres residentes
en Ciudad de México.
En Argentina, desde la aprobación de la nueva ley de 2021, los
abortos legales fueron 73.000 en 2021, 96.000 en 2022 y 106.000 en 2023.
En Chile hay unos 21.000 abortos legales al año, con una ley de 3
causales (a los que podrían añadirse unos 8.000 ilegales, según calcula el
Instituto Melisa, que hace cálculos serios y críticos).
Justicia social y religión
verdadera según la Biblia
España va a cumplir 10 años con más
muertes que nacimientos
En este país envejecido, el Estado no da apenas ayudas a las madres mientras financia todos los abortos. Hubo 103.000 abortos en 2023: 1 de cada 4 embarazos en España acaba en aborto provocado. María Torrego, presidenta de Fundación RedMadre, denunciaba hace unos meses que las administraciones públicas gastan 12 veces más en financiar abortos que en ayudar a las embarazadas a tener hijos.
Muchas causas buenas, pero
esta es especial
Si el aborto mata mucho más que otros males, y a
víctimas mucho más inocentes y desvalidas, tiene sentido que los cristianos,
los sacerdotes, los obispos, los laicos, todas las personas que aman la vida,
hablen mucho más de ello, y dediquen muchos más esfuerzos a combatirlo.
El esfuerzo de los
voluntarios provida... ¿y la Iglesia?
En España hay un veterano tejido de asociaciones provida, de
distintos estilos. Hay rescatadores a
la puerta de clínicas que han salvado muchas vidas; hay grupos de oración
silenciosa, como 40 Días por la Vida, que despiertan muchas
conciencias; hay toda una red asistencial, cada vez más generosa, coordinada en RedMadre; las asociaciones
provida insisten en su acción de denuncia y formación; en la Iglesia Católica
hay algunas parroquias y algunas
diócesis que apoyan los grupos provida de Spei Mater. Deberían
ser más.
Este tejido, veterano, generoso, en realidad es bastante frágil,
se basa en voluntarios, personas de buena voluntad que hacen lo que pueden, a ratos.
La Iglesia Católica, en España y en otros países hispanos, podría hacer mucho más.
¿Cuántos liberados
-religiosas, sacerdotes, laicos con sueldo- tiene la Iglesia Católica
española dedicados a este tema, el apostolado provida, a tiempo completo?
Algunos clérigos(y algunos políticos) dicen que "no podemos estar siempre hablando
del aborto". Lo suelen decir los que NUNCA hablan del aborto y
nunca dicen nada contra él.
Pero si el aborto mata a tantos inocentes cada año, y corrompe
tantas conciencias, sí, este mal requiere una atención especial. Como sugiere la Carta de Santiago, el
trato a los huérfanos es una especie de termómetro moral. O en palabras de
la Madre Teresa de Calcuta, "si el aborto no está mal, entonces,
nada está mal".
No todos los cristianos tienen que volcarse en esta lucha, hay
otras luchas importantes que atender. Pero clérigos y laicos (eso incluye
universidades católicas, asociaciones, cofradías) deberían
incentivarla. Explica San Pablo: "muchos son los miembros, pero
uno sólo el cuerpo. El ojo
no puede decir a la mano: no te necesito. Ni la cabeza a los pies: no
tengo necesidad de vosotros".
La labor meritoria de algunos voluntarios a ratos libres no es
bastante. Una parte
importante del Cuerpo de Cristo, de la Iglesia, que es Madre, debe volcarse en
ser voz de los sin voz, y luchar por los más pequeños de sus hijos.
Por Pablo J. Ginés
Fuente: ReL