Las ideologías son torpedos que van directamente contra estos pilares: la razón griega, el derecho romano y el cristianismo
Revista Misión |
Vivimos en un
mundo ideologizado. Ideologías clásicas como el marxismo o el positivismo se
mezclan con otras recientes como el feminismo o la ideología LGTBI. Todas
coinciden en su ataque al cristianismo y a la antropología que de él emana.
José Ramón Ayllón, filósofo y autor de El mundo de las ideologías (Homo Legens,
2019), entre muchos otros libros, desenmascara estas “cosmovisiones
revolucionarias sobre el mundo y la vida, a las que no les interesa entender la
realidad, sino transformarla a su medida”.
Usted afirma
que todas las ideologías tienen una raíz común. ¿Cuál es?
Todas son hijas
de una, la Ilustración francesa y su Revolución, y todas buscan cambiar la
visión vigente en la civilización occidental, que se sustentaba sobre tres
pilares: la razón griega, el derecho romano y el cristianismo.
¿Cómo lo
hacen?
Las ideologías
son torpedos que van directamente contra estos pilares: la razón griega,
pensada para descubrir la verdad leyendo correctamente la realidad; el derecho
romano, fundamentado en el derecho natural (si hay una naturaleza, hay un autor
y una ley moral natural que no nos la hemos dado nosotros); y el cristianismo,
baluarte de la concepción trascendente del hombre y de la vida.
¿Esto en qué
se traduce?
La pretensión
de la Ilustración francesa se percibe en todas las ideologías que surgen de
ella. La masonería viene a ser el brazo ejecutor del radicalismo ilustrado
francés. Mientras las ideologías montan partidos para alcanzar el poder, la
masonería se infiltra en todo, también en la Iglesia, en los parlamentos… en
todo.
¿Qué otras
ideologías emanan de la Ilustración?
Todas. El
positivismo de Augusto Comte ofrece una visión materialista de
la ciencia y de la sociología; el nacionalismo ha producido dos guerras
mundiales; lo mismo el marxismo, una ideología violentísima con millones de
muertes…
“Las
consecuencias de la Ilustración son hoy más evidentes que nunca”
¿Qué queda
de la Ilustración en nuestros días?
Sus
consecuencias actualmente son más evidentes que nunca. Hoy hay una concepción
del mundo muy materialista, donde el ser humano aparece como un conjunto de
células que han surgido al azar. No existe hueco para Dios. El marxismo, el
evolucionismo radical, el psicoanálisis freudiano, Nietzsche… todos
son profundamente ateos. Y aparte de arrastrar una visión materialista y muy
poco esperanzadora, las ideologías quieren sustituir la esperanza religiosa por
una utopía que te dice, por ejemplo, que con la revolución sexual, cuando
acaben los tabúes y haya amor libre, seremos plenamente felices. Prometen
felicidad, pero una felicidad que nunca llega.
¿Qué
mecanismos utilizan para implantarse en nuestro mundo?
Todas exigen
revoluciones. Hay dos grandes tipos de revolución para lograr este “mundo
feliz”: la revolución militar, que implica que haya muertos; y la revolución
cultural, que no significa que sea neutra ni pacífica, como son el feminismo y
el lobby LGTBI. Sus ideólogos no te van a pegar un tiro, pero
te están destrozando a ti y a tus hijos. Estas revoluciones culturales acaban
destrozando la sociedad entera con su concepción de la persona y el mundo.
¿Quién está
detrás?
Las montan
ideólogos que viven de ellas. Y para conseguir una cuota de poder generan una
especie de mesianismo. Pero nunca se cumplirán sus promesas, ni les interesa
que así sea. Lo que les interesa es que la sociedad esté medio hundida y en
conflicto para venderte su producto. Por eso, saber detectar las ideologías es
más importante de lo que parece, pues una juventud ideologizada acaba en un
país de rodillas, como tantos y tantos ejemplos de países fallidos.
¿Entonces
por qué tienen éxito?
El marxista
italiano Antonio Gramsci se dio cuenta de que no se podía
conquistar el mundo sacando el ejército a la calle porque las democracias
modernas no admitirían una revolución así. Pero sí podría triunfar una
revolución cultural llenando de ideología los libros, las enseñanzas de los profesores,
el cine o la música. Hoy lo que se ve y se lee es profundamente ideológico. Es
ideología al cien por
cien.
¿Cómo
desenmascarar estas ideologías en los libros o series que consumimos?
No puedes
detectar una ideología sin saber lo que es, tienes que saber a lo que te
enfrentas, conocer al enemigo. Para eso hay que leer mucho y tener unos
profesores y unos padres con gran criterio, porque incluso muchos medios de
comunicación están interesados en ocultar su carácter ideológico. Es necesaria
una seria labor de información en las aulas, sobre todo por parte de profesores
de Filosofía e Historia moderna. Y fiarse poco de lo que te cuentan y, en
cambio, preguntar siempre a los expertos, como hacemos en cualquier otro ámbito
de la vida porque, al final, hoy este conocimiento sólo está llegando a una
minoría, pues es bastante más complejo que saber cómo va la Liga.
¿Podría
darnos ejemplos concretos para detectar la ideología LGTBI o el feminismo en el
día a día?
Los ejemplos
son constantes en todos los ámbitos de la vida, y se manifiestan en una grave
pérdida de las libertades de pensamiento, expresión y acción. Un ejemplo
patente: la negación de la evidencia biológica en la multiplicación ridícula de
supuestas identidades sexuales. Otro: el acoso a la enseñanza diferenciada,
masculina y femenina. O los supuestos modelos de familia, como si también
existieran triángulos de 4 o 5 lados. El ostracismo y el linchamiento mediático
a los críticos con el pensamiento dominante. Y la sustitución generalizada de
la verdad por la opinión. La lista es interminable. Por supuesto, los políticos
en el poder llaman “progreso” a esta calamidad, pero creo que es
más apropiado llamar calamidad a este progreso.
“Una
juventud ideologizada acaba en un país de rodillas, como tantos ejemplos de
países fallidos”
¿Hay
ideologías mejores y peores?
Si la violencia
es física, las hay terroríficas, como los nacionalismos y el marxismo. Si la
violencia es intelectual, como una forma de deconstruir la mente de la persona,
el feminismo radical o la ideología LGTBI son demoledoras porque van contra la
evidencia y la biología. Hoy hay ideologías que no acaban con la vida de ocho
millones de personas, pero sí con sus almas.
¿La verdad y
la virtud son las grandes víctimas de estas ideologías?
La verdad y la
virtud son el ADN del ser humano. Si vas contra la verdad y la virtud, has
envenenado al ser humano, te lo has cargado. El ser humano está hecho para la
verdad, la virtud y la belleza. Si vendes lo contrario, lo estás
deshumanizando.
Mencionó
antes específicamente a Nietzsche. ¿Por qué?
Hemos aceptado
que “Dios no existe”… Las ideas nietzscheanas han ido calando. El superhombre
de Nietzsche no es un tipo que va a un gimnasio y saca músculo; es un tipo que
decide por sí mismo lo que está bien y lo que está mal. Esto ha calado
profundamente en la cultura occidental. Somos nietzscheanos, aunque la gente no
sepa quién es Nietzsche, y somos freudianos, aunque la gente no sepa quién es Freud. Sus
tesis sobre el placer, sobre la inversión de valores, llamar bueno a lo que es
malo, y represión a lo que es templanza y dominio de sí, ha calado
profundamente.
El bombardeo
de ideologías nos está dejando una sociedad…
… adolescente.
Hoy lo que se escucha es: “A mí nadie tiene que decirme lo que hacer”. La
verdad hoy es lo que cada uno piensa. Y lo mismo ocurre con el deber. Como
decía Calderón de la Barca: “Yendo contra mi gusto nada
me parece justo”.
“El
cristianismo implica una forma de entender el mundo contraria a las ideologías”
Cuando la
gente descubre todo esto, ¿reacciona?
Sí. Cuando he
dado clases en distintas universidades y lo explico me dicen: “Tengo la
sensación de que me han estado engañando toda mi vida”. Y cuando lo has
descubierto, tienes que actuar. Cada uno desde su ámbito. Yo soy profesor
y tú, periodista. Somos servidores de la verdad. En la medida en que la
ideología es una gigantesca mentira, tenemos que avisar de su trampa. Es un
suicidio colectivo.
¿Tiene el
cristiano el antídoto contra este veneno de nuestro tiempo?
Ser cristiano
implica una forma de entender el mundo contraria a las ideologías. El
cristianismo es la verdad, y no debemos tener miedo a exponerla. No la
imponemos con cañonazos, al estilo de Napoleón, sino con el
ejemplo y la palabra. Ahí viene una cita de san Agustín: “Se
nos llena la boca con el sonoro nombre de Platón y no con el
sonoro nombre de Nuestro Señor Jesucristo”…
¿Cuál debe
ser entonces la propuesta cristiana frente a las ideologías?
El consejo a
los cristianos que no quieran ser manipulados por las ideologías es fácil:
conocer bien su religión y conocer las ideologías. La Iglesia católica repite,
desde hace siglos que la ignorancia es uno de sus principales enemigos. Se
refiere, sobre todo, al desconocimiento del propio mensaje cristiano. Un
mensaje enormemente rico, presidido por un Dios creador, en el polo opuesto al
origen materialista del Universo y del hombre. Un Dios que se hizo Hombre y que
murió en una Cruz por nosotros.
Concretamente,
¿qué recomendaría?
Además del
Catecismo –diría que de obligado conocimiento–, un resumen excelente del
cristianismo lo ofrece Julián Marías en el breve ensayo La
perspectiva cristiana. Habla de la respuesta de los cristianos, y creo
que ahí está el secreto. Los primeros cristianos transformaron un mundo pagano
con el ejemplo de sus vidas, sin tácticas ni campañas. Merecería la pena volver
a intentarlo, siendo cada uno sal y luz en su casa, entre sus amigos, en su
lugar de trabajo, en sus vacaciones, el fin de semana…
¿Qué más
podemos hacer?
Uno de mis
lemas favoritos es de Julián Marías: “Por mí que no quede”. ¿Qué podemos hacer?
Aplicar esto. Un amigo mío dice que quiere que en su tumba ponga el epitafio:
“Hizo lo que pudo”. ¡Pues qué bien! Si de verdad haces todo lo que puedes y
luego se demuestra, la Iglesia te puede canonizar.
Por Javier
Lozano
Fuente: Revista Misión