¡EL CRISTIANISMO NO ES UNA RELIGIÓN DEL LIBRO!

Por simplificación se ha calificado al cristianismo como "religión del libro", pero, es un malentendido, ya que los cristianos son ante todo discípulos de Jesús, el Hijo de Dios

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"Aquí tienen lo que era desde el principio, lo que hemos oído, y lo hemos visto con nuestros ojos, y palpado con nuestras manos, -me refiero a la Palabra que es vida", escribe san Juan al comienzo de su primera carta. Sí, la vida se ha manifestado, la hemos visto y damos testimonio de ella: "Porque la vida se dio a conocer, hemos visto la Vida eterna y hablamos de ella, y se la anunciamos, -aquella que estaba con el Padre y que se nos dio a conocer". (1Jn 1, 1-2)

Las mismas palabras fueron elegidas por el Concilio Vaticano II para introducir la constitución dogmática sobre la Revelación Dei Verbum. Precisamente porque el apóstol expresa claramente lo que es esta "revelación" para la fe cristiana: Dios, creador de todas las cosas por amor, ha decidido manifestar su plan benévolo a sus criaturas. De este modo, ha dado a los hombres el conocimiento del origen y del fin de la existencia. Y ha confiado a quienes han recibido este conocimiento la tarea de transmitirlo. San Juan, por tanto, trató de transmitir sus conocimientos escribiendo sus cartas.

San Juan escribió para revelar la persona de Cristo

Pero no debemos equivocarnos. El apóstol no escribió para que sus discípulos siguieran al pie de la letra sus palabras; escribió para que a través de la carta se revelara la persona misma de Cristo. Porque la fe cristiana no es obediencia a unos textos, sino el acto confiado de un hombre o una mujer que se ha encontrado con Dios. Por eso la Iglesia habla de inspiración divina tanto de los autores bíblicos como de los lectores, porque la carta no tiene otro sentido que revelar el amor trinitario que se desprende de los relatos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Los que escriben han experimentado a Dios, y los que leen están llamados a hacer lo mismo.

Si oímos con frecuencia que la religión católica es una «religión del libro» o una de las «tres religiones del libro», es porque la entendemos mal. Litúrgicamente, además, esto se traduce en un gesto muy simple. O más bien en la ausencia de gesto. Normalmente, el diácono o el sacerdote que proclama el Evangelio en la misa no debe sostener el libro cuando dice «Aclamemos la Palabra de Dios». En efecto, lo que los fieles aclaman no es el recipiente, sino el contenido y la acción del Espíritu Santo en sus corazones (ardientes como los de los peregrinos de Emaús) al leer los textos del día.

Las palabras de san Bernardo de Claraval

Como dice la carta a los Hebreos, la Palabra es "viva" y "eficaz". Se transmite en la Iglesia, se interpreta y se estudia. Así, la Constitución Dei Verbum habla de una única fuente de Revelación: "La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están, pues, vinculadas y se comunican estrechamente entre sí. En efecto, ambas, brotando de la misma fuente divina, forman, por así decir, un todo único y tienden al mismo fin". (§ 9)

En 2010, en la exhortación postsinodal Verbum Domini, Benedicto XVI expresó con fuerza el carácter vivo de la Palabra de Dios: "La Palabra divina se revela así en el curso de la historia de la salvación y alcanza su plenitud en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. La Palabra de Dios sigue siendo la predicada por los apóstoles, en obediencia al mandato de Jesús resucitado". (§ 7) A continuación explica que, por esta razón, "en la Iglesia veneramos mucho las Sagradas Escrituras, aunque la fe cristiana no sea una 'religión del Libro'".

Antes de citar a San Bernardo de Claraval: "El cristianismo es la 'religión de la Palabra de Dios', no de 'una palabra escrita y muda, sino de la Palabra encarnada y viva'. Por tanto, la Escritura debe ser proclamada, escuchada, leída, acogida y vivida como Palabra de Dios, en la estela de la Tradición apostólica de la que es inseparable".

Valdemar de Vaux 

Fuente: Aleteia