3 CASOS QUE HACEN CREER EN EL DEMONIO Y 3 LECCIONES PARA COMBATIRLO: ARCHIVOS REALES DE UN EXORCISTA

Carlos Martins, exorcista y director de «The exorcist files», publica ahora su libro homónimo

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Converso, experto en reliquias y exorcista divulgador de la realidad del demonio: son los tres indicadores por los que Carlos Martins es mundialmente conocido y que han quedado condensados en su última publicación, The exorcist files , True stories about the reality of evil and how to defeat it (Los archivos del exorcista. Historias reales sobre la realidad del mal y cómo derrotarlas).

Compuesto por algo menos de 300 páginas, el exorcista define el libro como una publicación que trasciende el superficial morbo de casos de exorcismos, pues a través de ellos ofrece lecciones para eludir la acción ordinaria y extraordinaria del demonio que enfrenta cada día.

En ReligionEnLibertad ya contamos su historia de conversión hace unos años.

En los últimos días, Daily Mail se ha hecho eco de su publicación.

"Cuando entro en una habitación para realizar un exorcismo, me encuentro cara a cara con el desprecio y el desdén de la antigua serpiente, el que se negó a obedecer a Dios, el que provocó la caída de nuestros primeros padres, el que se deleita con cada infortunio y sufrimiento humano", escribe el sacerdote, miembro de la Congregación Compañeros de la Cruz.

"Los católicos son los que tienen el control en esto"

Una de las primeras lecciones que se desprenden de decenas de casos llevados por el propio Martins es la fiabilidad de la Iglesia a la hora de enfrentar la acción extraordinaria del demonio, pero también la advertencia frente a curanderos o malos consejeros.

Lo muestra al contar el caso de una pareja joven, Cheryl y Mark -los nombres son ficticios-, incapaz de tener hijos. La mujer no solo cayó en una depresión, sino que trató de llenar ese "vacío" obsesionándose cada vez más con ropa de bebé, pañales o cunas. Lejos de quedarse en eso, la mujer comenzó a recolectar insectos muertos y animales que colocaba junto a la cuna vacía.

"Me dijeron que me ayudarían a quedar embarazada. Cuando mueren, sus espíritus rondan sus cuerpos buscando un lugar para formar una nueva vida. La muerte libera energía vital y quiero que esa energía haga que un bebé crezca dentro de mí", argumentó ella ante su pareja.

Llegado un momento, Mark encontró a Cheryl junto a varias ratas muertas o agonizantes. Buscando parar aquella locura, se aproximó a ella cuando le espetó con una voz arcana e inhumana: "¡Aléjate de las ratas maldito!".

Buscar el sentido en Dios

Mark, que era metodista, pidió ayuda a su pastor pero este le respondió que necesitaba acudir a los católicos para esa consulta. "Son los únicos que tienen control sobre este tipo de cosas", le dijeron.

El demonio se manifestó en el momento en que Martins cruzó la puerta. "¡¿Por qué trajiste a este maldito sacerdote?!", dijo "ella". El sacerdote respondió con calma, preguntándole quién era. "Ya sabes quién diablos soy", respondió la joven. Aquella fue la primera de ocho sesiones de exorcismo que la llevaron a la liberación.

"Al final, el dolor, la humillación y la impotencia de la posesión demoníaca  fueron necesarias para convencer a Cheryl de buscar en Dios y no en la maternidad un propósito".

Consecuencias de la güija décadas más tarde de su uso

Otro de los relatos podría ser considerado "un clásico", pero al sacerdote no parece cansarle  advertir sobre los peligros del espiritismo.

En este caso, el exorcista se remonta a Jeremy, un joven que desde hacía tiempo tenía comportamientos extraños, sufría lesiones sin explicación o presenciaba apagones de días de duración. "Era educado, de voz suave y amable, la encarnación de un caballero… Nadie habría adivinado que algo no andaba bien", explica Martins.

Buscando con el joven los motivos causantes de aquellos episodios, acabó confesando que con solo ocho años participó en una sesión de güija en su casa. Aquella misma noche, el niño presenció "una figura tan negra que, aunque las luces estaban apagadas, todos los demás parecían encontrarse a plena luz del día".

El bombero recordó que aquella figura negra y de aspecto humano prometió darle cualquier cosa a cambio de su alma… y el niño soñaba con ser bombero. En ese momento, Martins le ofreció a Jeremy un libro con una gota de agua bendita y, en el instante en que lo cogió, salto de su silla y se mostró la posesión. "¡Que te j*** sacerdote! Él es mío, me entregó su alma, nunca lo tendrás", le dijo. En ese momento, Martins ordenó al espíritu traer a Jeremy de vuelta, al que invitó a reconocer a Cristo como su Señor. Pronunciar aquellas palabras, aunque no fue sencillo para el afectado, fue lo que necesitó para que el demonio abandonase su cuerpo.

Sucesos sin aparente explicación… que se arreglan con bendiciones

No todos los casos descritos por Martins son exorcismos dignos de guión cinematográfico. Algunos, como el que presenció durante su estancia en Afganistán, eran peticiones de ayuda frente a aparentes objetos malditos o con alguna influencia. Una mujer que se había mudado a casa de su tío comenzó a escuchar voces que la llamaban o ruidos de arañazos en las paredes, cuenta Martins, que se sumaba a "electrodomésticos que se encendían y apagaban solos o cosas que se caían repentinamente al suelo y aterrorizaban a la mujer".

Era uno de los primeros contactos que tenía el exorcista, pero no podía evitar sentirse observado. "Incluso el mismo aire parecía estar en mi contra, me estaba advirtiendo", cuenta Martins. Acto seguido, la joven le enseñó lo que parecía una caja de música de la que le había hablado antes y que sonaba sola sin motivo alguno. El exorcista bendijo cada habitación con agua bendita, pero quedó sorprendido cuando cogió aquella caja.

"Lo cogí sin ningún problema y tan pronto como mis manos la tocaron, dejó de sonar. Abrí la tapa para mirar dentro y para mi sorpresa, no tenía nada dentro. Ni piezas, ni mecanismos de cuerda, ni lugar para pilas… Después de rociar la caja con agua bendita, ella nunca volvió a experimentar fenómenos diabólicos y vivió en paz en casa de su tío", cuenta él.

Fuente: ReligiónenLibertad