El desorden en la vida puede ser síntoma de otros problemas; por eso, la regla de santa Teresa puede inspirarte a organizar lo que urge tu atención
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Vivir con orden
asegura el éxito. Cuando ocurre que el desorden impera en la vida de una
persona, puede ser que detrás de éste haya más problemas. Santa Teresa de Ávila detecto esto en su tiempo,
dentro de la Orden Carmelita; pero su Regla ayudó a las monjas a volver al
redil.
Una regla
sencilla
Cuando santa
Teresa se dio cuenta de las relajaciones que se permitían en los monasterios,
decidió que era hora de enderezar lo torcido, por eso, su regla, aunque simple,
fue muy efectiva.
Hay que decir
que san Alberto Avogadro agregó algunos puntos, pero lo
fundamental para un Carmelita es "vivir una vida en fidelidad a Jesucristo
y servirle fielmente con corazón puro y recta conciencia". (n°3)
Adaptando la
regla para ordenar tu vida
Para las
comunidades carmelitas es muy importante tener un horario. Por supuesto, cada
monasterio lo adapta de acuerdo a sus climas y costumbres (n°. 96), pero lo básico es equilibrar las horas de oración,
trabajo y descanso, detallando con claridad sus actividades:
Nuestra vida
acelerada
Por supuesto, a
grandes rasgos, nos damos cuenta de que la vida dentro de la clausura es
distinta a la frenética actividad que tenemos en el mundo, pero podemos adaptar
su rutina para que nuestra vida adquiera orden.
De ahí podemos
bien rescatar el horario para levantarnos: cada quien calcule cuántas horas
requiere para organizarse antes de ir al trabajo o a las labores del hogar,
añadiendo la oración como primer actividad de la mañana.
En seguida,
podría anotar el tiempo que le llevará trasladarse hasta su lugar de trabajo.
En ese lapso se puede añadir una oración adaptada al tipo de transporte que
usa, pudiendo ser desde una jaculatoria hasta el santo rosario.
Luego, el
horario laboral: ¡cuántas horas se destinan a esta actividad! Si en medio de
este viene la comida, podemos agregar las horas que se destinan para comer. Si
queda algo de tiempo, se puede incluir el momento de convivencia o de lectura
espiritual.
El regreso a
casa también implica tiempo, pudiendo colocar otro instante de oración.
En casa, el
horario debe apuntar a las actividades en familia, la recreación y el descanso,
procurando cumplir con las siete horas de reparación del cuerpo.
Colocar el
horario a la vista de todos
Es muy sano,
para la familia, adaptar el estilo de convivencia de una comunidad religiosa
para promover la oración comunitaria, la lectura de la Biblia y
el trabajo del hogar, repartiendo las tareas entre todos los miembros, anotando
el horario en que se deben realizar y colocándolo en un lugar visible para
todos.
Si optamos por
el orden, haremos un gran bien a nuestra familia, porque el hábito de la
organización dentro de casa se extenderá a cualquier lugar en el que nos
desenvolvamos. Recordemos que Dios también tuvo un "horario" para
crear el universo, y el séptimo día, descansó (Gen 2,2).
Hagamos lo mismo.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia