La voluntad de Dios en nuestra vida tiene como objetivo alcanzar nuestra salvación, por eso, vivir con santa indiferencia nos ayudará a aceptarla mejor
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Dios permite
que nos ocurran eventos que, a primera vista, podrían parecer injustos e
inexplicables porque nos causan dolor. Por eso, es curioso escuchar sobre la
santa indiferencia, una actitud que nos ayuda a entender mejor la voluntad
divina.
El santo Job
Quizá en
ejemplo más palpable de santa indiferencia lo tenemos con el santo Job, un
personaje que encontramos en el Antiguo Testamento de la sagrada Escritura.
Este buen
hombre nos enseña que Dios es el dueño de la vida, y por ende, de todo lo que
obtenemos en ella.
El capítulo uno
del libro de Job narra que él era un hombre muy rico, justo y temeroso de Dios.
Un día se presenta el Adversario ante el Señor y le dice que Job le teme porque
Dios lo ha bendecido y protegido en todo. Entonces vienen las palabras del envidioso:
"Pero
extiende tu mano y tócalo en lo que posee: ¡seguro que te maldecirá en la
cara!"
(Job 1,
11)
El Señor da
poder al demonio sobre todos sus bienes, menos sobre la persona de Job.
Y en un mismo
día pierde todas sus posesiones y a su numerosa familia. Sin embargo, Job no
reniega del Señor:
"Desnudo
salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio y el
Señor me lo quitó: ¡bendito sea el nombre del Señor!"
(Job 1,
21)
La santa
indiferencia no es ausencia de dolor
Podemos creer
equivocadamente que dejar todo en manos de Dios nos evitará el sufrimiento,
pero eso no es posible. Tenemos innumerables testimonios de santos que pasaron
por el crisol del dolor, pero siguieron en pie, confiando en Dios.
San Ignacio de Loyola hablaba
de rogar a Dios por el desprendimiento total. Todos queremos larga vida, buena
salud, riqueza y honores, pero el reto está en entender que lo que
verdaderamente importa es poner en primer lugar al Señor y aceptar lo que su
voluntad tenga para nosotros:
"Si
aceptamos de Dios lo bueno, ¿no aceptaremos también lo malo?" (Job 2,
10)
Ese es el
significado de la santa indiferencia. Por supuesto que la prueba duele, pero la
recompensa será mayor.
Y entender que
la purificación que llega con el sufrimiento nos ayudará a alcanzar el cielo
donde gozaremos eternamente, siempre será la esperanza que nos mantenga fieles
a los designios del Señor.
Por Mónica
Muñoz
Fuente: Aleteia