Normalmente estamos preocupados por cuántos Rosarios podemos rezar en un día y no nos detenemos a dejar, simplemente, que Dios nos mire con su mirada de amor
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Renata Sedmakova | Shutterstock |
Sin embargo, la mayoría de los santos, a lo largo de la historia,
ofrecerían una imagen muy diferente de la vida espiritual. En lugar de rezar
oraciones de fórmula de sol a sol, muchos santos sugieren simplemente dejar que
Dios te ame.
La mirada
amorosa de Dios
Así lo
sugiere san Francisco de Sales en su Introducción a la vida devota:
"Este
es un asunto, querida hija, sobre el que estoy muy ansioso por llamar tu
atención, porque en él reside uno de los medios más seguros de progreso
espiritual. Esfuérzate lo más a menudo posible a lo largo del día por ponerte
en la Presencia de Dios".
A
continuación, sugiere más concretamente dejar que Dios nos mire con su mirada:
"Considera lo que Dios hace, y lo que tú estás haciendo;
verás Sus Ojos siempre fijos en ti en Amor incomparable. 'Oh, Dios mío',
exclamarás, '¿por qué no puedo estar siempre mirándote, como Tú me miras? Oh
alma mía, tu único lugar de reposo es Dios, y sin embargo, ¿cuántas veces andas
errante?'"
San
Francisco de Sales recomienda esta práctica durante todo el día:
"Asegúrate
entonces, hijo mío, de que mientras estás externamente ocupado con los negocios
y los deberes sociales, te retires con frecuencia a la soledad de tu propio
corazón. Esa soledad no necesita ser obstaculizada de ninguna manera por las
multitudes que te rodean; ellas rodean tu cuerpo, no tu alma, y tu corazón permanece
solo en la Única Presencia de Dios".
No hace
falta ser monje o monja para experimentar la mirada amorosa de Dios. Todo lo
que tenemos que hacer es abrirnos a Él y dejar espacio para ese encuentro
cotidiano.
Aunque rezar
cinco Rosarios en un día es digno de elogio, también necesitamos dedicar un
tiempo de nuestra jornada a sentarnos a escuchar a Dios y a sentir su amor en
nuestro corazón.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia