Dice Jesús que no podemos "servir a Dios y al Dinero. ¿Querer que el Padre se ocupe de nuestras finanzas será una falta de confianza en su Divina Providencia?
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Una
preocupación perpetua para el ser humano será la cuestión del dinero, y estará
en su oración pedírselo a Dios.
En su epístola,
a menudo poco conocida, Santiago exhorta a la comunidad de Jerusalén a tener
una fe activa, volcada hacia los pobres. Hace la siguiente observación sobre
las oraciones de los fieles:
"Ustedes
no tienen, porque no piden. O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con
el único fin de satisfacer sus pasiones" (Santiago
4, 2-3).
Pero, ¿no
prometió Jesús: "Pidan y se les dará" (Mt 7,7),
tomando incluso el ejemplo de una viuda importuna e insistente (cf. Lc
18,1-18)?
Por supuesto,
pedir es un aspecto de la oración. Pero no es el principal. Cuando Cristo
enseñó el Padre nuestro a sus discípulos, les enseñó en
primer lugar que la oración es un "impulso del corazón" (la expresión
procede de santa Teresa de Lisieux), un acto de acción de gracias al Padre
por sí mismo.
La oración
dominical comienza así: "Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu
reino, hágase tu voluntad": rezar debe ser ante todo un acto gratuito, un
reconocimiento de la bondad de Dios, un acto de confianza o, según las palabras
del Catecismo de la Iglesia Católica, un "don de Dios", una
"Alianza", una "Comunión".
Esperar todo
(y nada) de Dios
La fe cristiana
proclama la providencia del Creador: conduce a cada uno de sus fieles a la
perfección, a veces de forma misteriosa. Orar exige, pues, un equilibrio
paradójico entre esperarlo todo de Dios y no esperar nada de Él, o más bien
entre pedir constantemente y aceptar siempre lo que nos da con la certeza de
que es para nuestro bien. "Como explica el Catecismo: 'Pedir es ya volver
a Él'".
Dicho esto,
queda establecido que podemos pedir a Dios cualquier cosa… pero Dios no es una
oficina de reclamaciones ni un distribuidor de buenos puntos. "Concede a
todos lo que te piden, y a cada uno lo que necesita", así resume el Misal Romano la conclusión de una oración
universal.
¿Realmente
necesitas más?
Pedir a Dios
más dinero no es problemático en sí mismo, pero ¿lo necesitamos? ¿Es para bien
o para "gastarlo en placeres" como denuncia Santiago? ¿Realmente
queremos servir a Dios o servimos al dinero?
Antes de
responder a estas preguntas de discernimiento personal, puede ser una buena
idea comenzar pidiendo perdón, "el primer movimiento de la oración de
petición", como explica el Catecismo de la Iglesia Católica, poniendo el
ejemplo del publicano. "Ten piedad de mí, pecador" (Lc
18,13). Esta es "la condición de una oración justa y pura",
porque "la humildad confiada nos devuelve a la luz de la comunión con el
Padre y con su Hijo Jesucristo, y de unos con otros. Entonces 'todo lo que le
pidamos, lo recibiremos de Él' (1 Jn
3, 22)".
Valdemar de Vaux
Fuente:
Aleteia