El Papa Francisco clausuró la asamblea final del Sínodo de la Sinodalidad este domingo, con un llamado a una Iglesia que “escuche el clamor del mundo” sin ser “ciega” ante los temas urgentes de nuestro tiempo.
Crédito: Julia Cassell / EWTN News. Dominio público |
“No necesitamos una Iglesia sedentaria y derrotista, sino una
Iglesia que escuche el clamor del mundo… y que se ensucie las manos al servir
al Señor,” indicó el Papa en su homilía el 27 de octubre.
El
Papa Francisco subrayó que la Iglesia no puede permanecer inerte ante “las
preguntas planteadas por los hombres y mujeres de hoy, los desafíos de nuestro
tiempo, la urgencia de la evangelización, y las muchas heridas que afligen a la
humanidad”.
“Hermanos
y hermanas, no una Iglesia sedentaria, sino una Iglesia de pie. No una Iglesia
silenciosa, sino una Iglesia que abraza el clamor de la humanidad. No una
Iglesia ciega, sino una Iglesia iluminada por Cristo, que lleva la luz del
Evangelio a los demás. No una Iglesia estática, sino una Iglesia misionera que
camina con su Señor por las calles del mundo”, añadió.
La Misa marcó la conclusión de la segunda asamblea
de la XVI Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que comenzó el 2 de
octubre y se centró en el tema “Por una Iglesia sinodal: comunión,
participación y misión”.
La
asamblea representó una fase significativa en el proceso sinodal global de la
Iglesia, iniciado hace tres años. Durante el último mes, los delegados del
Sínodo produjeron un documento final de 52 páginas que presenta recomendaciones
para la renovación de la Iglesia, incluyendo propuestas para una mayor
participación de las mujeres en roles de liderazgo, mayor participación de los
laicos en la toma de decisiones, y reformas estructurales significativas.
En
una desviación notable de la tradición, el Papa Francisco anunció que
prescindirá de una exhortación apostólica postsinodal. En su lugar, optó por
ratificar el documento final del Sínodo, implementando directamente las
conclusiones de la asamblea. Si bien la asamblea del sínodo ha concluido, 10
grupos de estudio continuarán examinando la cuestión de las diaconisas y otros
temas clave hasta junio de 2025.
En su homilía, el Papa Francisco reflexionó sobre el pasaje
del Evangelio de Marcos en el que Jesús sana a un hombre ciego llamado
Bartimeo. Dijo que “el ciego Bartimeo… representa esa ceguera interior que nos
retiene, nos estanca, nos impide el dinamismo de la vida, y destruye nuestra
esperanza”.
“Tantas cosas en el camino pueden cegarnos, incapacitarnos
para percibir la presencia del Señor, o para enfrentar los desafíos de la
realidad, a veces sin poder ofrecer respuestas adecuadas a las preguntas de
tantos que claman a nosotros”, indicó el Papa.
“Una
Iglesia sedentaria, que inadvertidamente se retira de la vida y se limita a los
márgenes de la realidad, es una Iglesia que corre el riesgo de permanecer ciega
y de volverse cómoda con su propio malestar. Si permanecemos atrapados en
nuestra ceguera, continuamente fallaremos en captar la urgencia de dar una
respuesta pastoral a los muchos problemas de nuestro mundo”, añadió.
El
Papa Francisco, vestido con vestimentas verdes para el 30° domingo del Tiempo
Ordinario, pronunció su homilía despacio, pausando frecuentemente para hablar
de manera espontánea. Describió la imagen de una “Iglesia sinodal” como aquella
en la que “el Señor nos llama, nos levanta cuando estamos sentados o caídos,
nos devuelve la vista para que podamos percibir las ansiedades y los
sufrimientos del mundo a la luz del Evangelio”.
“Recordemos
no caminar nunca solos ni según criterios mundanos,” añadió, sino avanzar
“siguiendo a Jesús por el camino.”
En
el altar, el Cardenal Mario Grech, secretario general del Secretariado General
del Sínodo, fue el celebrante principal.
Más de 300 sacerdotes y obispos, 70 cardenales y nueve
patriarcas concelebraron la Misa de clausura del Sínodo bajo el baldaquino
recientemente restaurado sobre el altar central.
El
baldaquino de bronce de 400 años, diseñado por Gian Lorenzo Bernini, fue
revelado en la Misa por primera vez tras su restauración, con sus columnas
torcidas brillando decoradas con ángeles barrocos intrincadamente adornados,
querubines, abejas y ramas de laurel doradas.
“Al
admirar el majestuoso baldaquino de Bernini, más sublime que nunca, podemos
redescubrir que enmarca el verdadero punto focal de toda la basílica, que es la
gloria del Espíritu Santo”, dijo el Papa. “Esta es la Iglesia sinodal: una
comunidad cuyo primado reside en el don del Espíritu, que nos hace hermanos y
hermanas en Cristo y nos eleva a Él.”
Al concluir la Misa, el Papa Francisco, desde su silla de
ruedas, guio a los fieles en la veneración de una reliquia de la silla de San
Pedro, un trono de madera que simboliza el primado papal. Se espera que esta
reliquia permanezca en exhibición en la Basílica de San Pedro para veneración
pública hasta el 8 de diciembre.
“Hoy,
mientras damos gracias al Señor por el camino que hemos recorrido juntos,
podremos ver y venerar la reliquia de la antigua silla de San Pedro
cuidadosamente restaurada,” comentó el Papa Francisco. “Al contemplarla con el
asombro de la fe, recordemos que esta es la silla del amor, la silla de la
unidad, y la silla de la misericordia”.
Traducido y adaptado por ACI Prensa.
Publicado originalmente en CNA.
Por Courtney
Mares
Fuente: ACI