COMENTARIO AL EVANGELIO DE NUESTRO OBISPO D. CÉSAR: «SESIÓN FINAL DEL SÍNODO»

El pasado 2 de octubre ha comenzado la segunda y última sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad, precedido de dos días de retiro espiritual para situarse bajo la acción del Espíritu Santo, «protagonista del Sínodo», según dice el papa Francisco.

Dominio público
Al terminar el retiro se ha celebrado una vigilia penitencial, el martes 1 de octubre, para pedir perdón por los pecados que, en los diversos ámbitos de la sociedad, cometemos hoy: contra la paz, la creación, los migrantes, la familia…

El día 11 de octubre, al cumplirse los 62 años de la apertura del Concilio Vaticano II, se realizará una oración ecuménica en la plaza de los protomártires donde, según la tradición, tuvo lugar el martirio de san Pedro. Y el 21 de octubre tendrá lugar otra jornada de retiro para discernir el contenido del documento final. Es obvio que el papa Francisco quiere situar la asamblea sinodal en un clima de oración.

Como novedad, habrá cuatro foros teológico-pastorales abiertos a todos sobre temas de especial interés: «El Pueblo de Dios, sujeto de la misión», «el papel y la autoridad del Obispo en una iglesia sinodal», «las relaciones mutuas entre la Iglesia local y la Iglesia universal» y «el ejercicio del Primado y el Sínodo de los obispos». Son temas relevantes en sintonía con los contenidos del instrumento de trabajo para el Sínodo.

El número de participantes con derecho a voto son 368, de los que 272 son obispos. También participan 16 delegados de otras confesiones y en esta ocasión habrá dos obispos de China, como en el sesión anterior.

La importancia de esta asamblea sinodal, en la que se alternan las asambleas plenarias y los círculos menores, reside en mostrar a la Iglesia que reza y se sitúa a la escucha del Espíritu con el fin de ofrecer al Papa los datos fundamentales para la elaboración del documento postsinodal, que es de su supremo magisterio en cuanto Pastor universal de la Iglesia. Por otra parte, el pasado mes de marzo, el Papa creó diez grupos de trabajo, formados por expertos, para reflexionar sobre temas de profundo calado que aportarán también luz a las reflexiones sinodales y ayudarán al Papa a tomar las decisiones que considere oportunas.

Es claro que en un mes no se pueden abordar todos los temas que afectan al tema de la sinodalidad en la vida de la Iglesia, pero, como en sínodos anteriores, servirá también éste para tomar el pulso a la situación actual en que vivimos creyentes y no creyentes y, bajo la acción del Espíritu, abrir caminos para que la misión evangelizadora sea muy fecunda.

El sínodo no es de la exclusiva responsabilidad de quienes participan en la asamblea reunida en Roma, sino que afecta a toda la Iglesia universal. Durante estos años de preparación, todas las diócesis han podido aportar las reflexiones de los grupos sinodales. Además, durante el desarrollo de esta etapa, nuestra oración será un modo de contribuir a hacer visible la unidad de toda la iglesia en la búsqueda de la verdad y de su proyección en la sociedad.

Con esta reflexión quiero invitar a toda la Diócesis a orar por el Sínodo con la confianza de que el Señor camina junto a su Iglesia, la sostiene y la vivifica, aunque en ocasiones pase por cañadas oscuras. La asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia es el fundamento de nuestra seguridad y confianza, pues él, en cuanto Consolador, impide que perdamos la esperanza, y, como Maestro de la Verdad, nos lleva a profundizarla y extenderla en nuestra sociedad.

También María, Estrella de la evangelización y Madre de la Iglesia, peregrina con nosotros y nos permite divisar un futuro en el que se hagan realidad las realidades que ella, llena del Espíritu Santo, cantó en su Magníficat.

  + César Franco

Obispo de Segovia. 

Fuente: Diócesis de Segovia