Un testimonio vivo
Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace unos días,
recibimos una visita que ha dejado una huella especial en mí. ¡Podía ver ante
mis ojos un testimonio vivo, sin palabras! El testimonio de un amor que supera
las dificultades y que sale adelante volviéndose a Cristo...
¡Cómo me
interpeló su testimonio! Porque yo también quiero que mi vida exprese, sin
palabras, que Cristo está vivo y que en Él se encuentra la auténtica felicidad.
Cuántas veces
ver el testimonio de otras personas despierta en nosotros un deseo que llevamos
en el corazón de ser como ellos. Y si ese deseo "se despierta",
quiere decir que estaba ahí, que tenemos la semilla, el potencial de ser lo que
anhelamos. Y es que el Señor nos ha soñado para la santidad, y en la vida poco
a poco procurará ir despertando en nosotros el deseo de más.
¡Cuánto bien
nos hacen los demás! En definitiva, el Señor se vale de ellos para hablarnos al
corazón.
Y ahora le pido
al Señor que eso no se quede en "buenos deseos", sino que Él mismo lo
lleve a cabo en mí. Así que, rezando sobre esto, el Señor me traía a la mente
su forma de obrar milagros. Muchas veces les preguntaba: "¿Qué quieres que
haga por ti?" Y conforme a su fe, Él actuaba curándolos. Pero también,
después de la curación, les ponía "en marcha", como a aquel
paralítico al que dijo: "Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa"
(Mc 2, 11).
Él lo realiza
todo en nosotros, nos regala una vida nueva, transforma nuestro corazón... pero
lo nuestro es querer vivir desde esa nueva vida. Seguramente, al paralítico del
Evangelio le dolían las piernas, porque llevaba mucho tiempo sin utilizar los
músculos, pero él no se quedó nuevamente sentado, sino que, feliz por el
milagro, comenzó una vida nueva.
Hoy el reto del
amor es "ponerse en marcha". Que nada nos paralice para vivir la vida
que el Señor nos quiere regalar. ¡Él lo puede todo! Él obra el milagro, ahora
echémonos a andar tras sus huellas.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
05 septiembre
2024
Fuente: Dominicas de Lerma