El Papa ha concluido su encuentro en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y catequistas
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El Papa en su
encuentro con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y
catequistas, y recordando el lema elegido para esta Visita apostólica, dijo que
piensa que “son tres virtudes que expresan bien el camino de la Iglesia
indonesia, su carácter en cuanto pueblo, étnica y culturalmente bien
diversificado y su innata tendencia hacia la unidad y la convivencia pacífica,
como testimonian los principios tradicionales de la Pancasila”.
El Papa ha
concluido su encuentro en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, con los
obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y catequistas. Con
ellos reflexionó sobre el lema del viaje a Indonesia: Fe, Fraternidad y
Compasión.
La fe, en un
país con tanta riqueza en su naturaleza, que evoca a Dios, admirarla con
humildes ojos de hijos. Fraternidad, acogerse mutuamente reconociéndose
iguales en la diversidad. Anunciar el Evangelio no significa imponer o
contraponer la propia fe a la de los demás, sino dar y compartir la alegría del
encuentro con Cristo, siempre con gran respeto y afecto fraterno por cada
persona. Y la compasión, que está vinculada con la fraternidad, lo que
hace que el mundo siga adelante no son los cálculos de los propios intereses,
que en general terminan destruyendo la creación y dividiendo a las comunidades,
sino la caridad prodigada.
La fe del
pueblo indonesio
Indonesia es un
país grande, con abundantes recursos naturales, sobre todo en flora, fauna,
recursos energéticos y materia prima, entre otros. Una riqueza, les dijo, que
si se considera con la mente y corazón abiertos, puede servir en cambio para
evocar a Dios, a su presencia en el cosmos y en nuestra vida, como nos enseña
la Sagrada Escritura.
“Es el Señor,
en efecto, quien nos da todo esto. No hay un centímetro del maravilloso
territorio indonesio, ni un instante de la vida de cada uno de sus millones de
habitantes que no sea don suyo, signo de su amor gratuito y providente de
Padre. Y mirar todo esto con humildes ojos de hijos nos ayuda a creer, a
reconocernos pequeños y amados (cf. Sal 8), y a cultivar
sentimientos de gratitud y responsabilidad”.
La fraternidad
Para el Papa
vivir la fraternidad significa acogerse mutuamente reconociéndose iguales en la
diversidad. Y también esto es un valor estimado en la tradición de la Iglesia
indonesia, afirmó, y se manifiesta en la apertura con la que esta se relaciona
con las diferentes realidades que la componen y la rodean, tanto en el ámbito
cultural, étnico, social y religioso, como valorando el aporte de todos y
ofreciendo generosamente el suyo en cada contexto.
Porque,
"anunciar el Evangelio no significa imponer o contraponer la propia fe a
la de los demás, sino dar y compartir la alegría del encuentro con Cristo
(cf. 1 P 3,15-17), siempre con gran respeto y afecto fraterno
por cada persona". Asimismo, Francisco resaltó la importancia que, recalcó
uno de los testimonios, la hermana Rina, sobre la dificultad de tener las
enseñanzas de la Iglesia y los textos de la Palabra de Dios, en Bahasa
Indonesia, "para que lleguen al mayor número de personas posible.
Y señaló
también otro testimonio, Nicholas, describiendo la misión del catequista
con la imagen de un “puente” que une. "Esto me llamó la atención, y me
hizo pensar en el maravilloso espectáculo que sería, en el gran archipiélago
indonesio, la presencia de miles de “puentes del corazón” que unen a todas las
islas, y aún más, en millones de esos “puentes” que unen a todas las personas
que las habitan. Hay otra hermosa imagen de la fraternidad: un bordado inmenso
de hilos de amor que atraviesan el mar, superan las barreras y abrazan todo
tipo de diversidad, haciendo de todos «un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32)".
La
compasión
La compasión,
señaló Francisco, está muy vinculada con la fraternidad. La compasión, no
es solamenta dar limosna a hermanos y hermanas necesitados
"mirándolos de arriba hacia abajo, desde la “torre” de las propias
seguridades y privilegios, sino al contrario, en hacernos cercanos unos a
otros, despojándonos de todo lo que puede impedir inclinarnos para entrar
realmente en contacto con quien está caído, y así levantarlo y devolverle la
esperanza (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 70)", agregó.
"Y no sólo
eso, significa además abrazar sus sueños y sus deseos de redención y de
justicia, ocuparnos de ellos, ser sus promotores y cooperadores, involucrando
también a los demás, extendiendo la “red” y las fronteras en un gran dinamismo
comunicativo de caridad (cf. ibíd., 203)".
Por último, el
Papa dijo que hay quienes temen a la compasión, porque la consideran una
debilidad, y en cambio exaltan, "como si fuera una virtud, la astucia del
que sigue sus propios intereses marcando las distancias con todos, sin dejarse
“tocar” por nada ni por nadie, creyéndose más listos y libres como para
conseguir sus propios objetivos". Una forma equivocada de ver la realidad,
resaltó.
Lo que hace que
el mundo siga adelante no son los cálculos de los propios intereses, señaló
Francisco, que en general terminan destruyendo la creación y dividiendo a las
comunidades, sino la caridad prodigada. La compasión no ofusca la visión
auténtica de la vida, al contrario, nos hace ver mejor las cosas, a la luz del
amor.
Patricia Ynestroza -Ciudad de Vaticano
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