Un arzobispo alentó a los fieles católicos a no tener miedo de acudir al sacramento de la Confesión o Reconciliación las veces que sean necesarias, confiados en que Jesús “está siempre dispuesto a perdonarnos”.
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Confesión. | Crédito: Josh Applegate / Unsplash |
“Jesús,
el Hijo de Dios, ha venido a este mundo libremente y ha asumido nuestra
naturaleza humana para poder morir en la Cruz para el perdón de nuestros
pecados. La muerte de Jesús es la prueba incontestable y definitiva del amor
infinito e incondicional que Dios nos tiene”, destacó el prelado.
Tras
señalar que en la resurrección de Jesús, “nuestros pecados han quedado
perdonados”, el arzobispo alentó a acogerse al Señor y animó: “No tengamos
miedo de acudir a Dios, incluso con nuestras infidelidades y pecados, con
nuestras deficiencias e incoherencias, porque Él está siempre dispuesto a perdonarnos”.
“Jesús
nos espera en el sacramento de la Confesión, en el que
no sólo perdona nuestros pecados y nos restablece en la comunión con Dios, sino
que, poco a poco, nos hace partícipes de su victoria sobre el pecado y la
muerte, partícipes de su propia vida divina”.
“Dejémonos
amar y perdonar por Jesús”, continuó Mons. Del Río.
“No tengamos miedo de recurrir al sacramento
de la Confesión, tantas veces cuantas sean necesarias; no
tengamos miedo de reconocer nuestros pecados y decirle ‘Señor, ayúdame, yo
quiero ser feliz, el pecado no me satisface, Tú puedes hacer de mí un hombre
nuevo, una mujer nueva, dame tu Espíritu Santo’”, alentó el Arzobispo de
Arequipa.
¿Qué es el sacramento de la Confesión?
La
Confesión, Penitencia o Reconciliación es uno de los siete sacramentos de la
Iglesia Católica, mediante el cual Dios, a través de un sacerdote, perdona los
pecados de la persona que los confiesa.
El número 1446 del Catecismo de la Iglesia Católica
señala que “Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos
los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del
Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia
bautismal y lesionado la comunión eclesial”.
“El
sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse
y de recuperar la gracia”, agrega.
Para
una buena confesión es necesario seguir estos pasos: examen de conciencia, dolor de corazón
por los pecados cometidos, propósito de enmienda (de no volver a pecar), decir
los pecados al sacerdote (la confesión propiamente dicha) y cumplir la
penitencia impuesta por el sacerdote.
Por Walter
Sánchez Silva
Fuente: ACI