Ruido extraño
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Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer, mientras
estábamos en la oración, comenzamos a escuchar un ruido raro. Primero parecía
el crujir de la madera, después como golpes suaves, y finalmente nos dimos
cuenta de que eran portazos de una de las tribunas que dan a la iglesia.
Decidí salir
para subir a cerrar la puerta, y efectivamente, se había quedado entreabierta,
y con la corriente comenzó a golpearse.
Cuando bajé de
nuevo y me senté delante del Señor, me di cuenta de que la oración a veces es
también esto mismo: como detenerse delante del Señor para poder escuchar esos
ruidos interiores que llevamos en el corazón.
Las prisas, las
cosas por hacer, y los ruidos exteriores nos ensordecen demasiado para poder
escuchar lo que nos atañe más profundamente. Sin embargo, cuando detenemos todo
y paramos unos minutos con Él, y las cosas exteriores comienzan a acallarse,
podemos escuchar lo que verdaderamente hay en nuestro corazón.
Muchas veces
vamos a la oración esperando que el Señor nos hable de grandes teologías, pero
la realidad es que Él va a lo concreto, a aquello que estás viviendo en este
momento: aquello que te ha podido quitar la paz, para poder ver la realidad con
Sus ojos y recobrar la paz; aquello otro que te preocupa o que te resta fuerzas
para emprender con alegría lo que tienes por delante, para que en Él encuentres
de nuevo las fuerzas renovadas y el sentido de por qué haces las cosas…
Cuando
escuchamos un ruido extraño, rápidamente buscamos de dónde viene para ponerle
solución. Del mismo modo, nuestro interior nos da esas señales, para que
podamos escuchar cómo nos habla el Señor, indicándonos el siguiente paso a
seguir.
Hoy, el reto
del amor es detener tu día 15 minutos con el Señor. ¿Demasiados ruidos? Busca
ese rato de silencio para escuchar los verdaderos ruidos que sí necesitan
solución. ¡En Él encontrarás respuesta!
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
17 septiembre
2024
Fuente: Dominicas de Lerma