En Calcuta, estuvo dos meses trabajando en la casa de las Misioneras de la Caridad, donde pudo conocer a Madre Teresa. «Le pedí la gracia de saber ayudar a los demás, especialmente a los más pobres», recuerda
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Ignacio Amorós. |
Su
formación en empresariales le llevó hasta Londres, donde trabajó como bróker
de derivados durante dos años y medio, según él mismo ha contado en el
programa Hijos de Punta. Aunque Amorós se crio en un ambiente
de fe, no comenzó a creer en Dios hasta los 15 años. Ese verano, un viaje a la
India terminó por cambiar el rumbo de su vida.
«Me encontré con Dios y a lo que me llevó es el amor a los
demás, el amor al prójimo, a la misión, al servicio», cuenta. En Calcuta,
estuvo dos meses trabajando en la casa de las Misioneras de la Caridad,
donde pudo conocer a Madre Teresa. «Le pedí la gracia de saber
ayudar a los demás, especialmente a los más pobres», recuerda.
De vuelta de Asia, sus pasos le guiaron al verano siguiente
hasta Burundi, África. En la frontera con Ruanda, pasó unos meses
en un orfanato, donde junto a otros voluntarios españoles construyó una
escuela. Lo que le enganchó de la Iglesia fue «la belleza de la caridad
cristiana», afirma. Así, se dio cuenta de que «cuanto más amas a los demás,
cuanto más te entregas, eres más feliz», añade.
Durante
años trató de acallar la vocación al sacerdocio, pero en 2013
no se resistió más. Con 27 años, entró al seminario. «Después de discernirlo,
de rezarlo mucho, el Señor te conquista el corazón», contó en otra entrevista
con AciPrensa. Durante su etapa formativa pudo conocer de mano de
varios obispos uruguayos la realidad del país hispanoamericano, la gran
secularización y la falta de sacerdotes.
Su
llama misionera y el celo apostólico le llevaron a cruzar el charco. En Uruguay fue
finalmente ordenado sacerdote por el obispo emérito de Minas, Jaime
Fuentes. Era 2018, y tan solo dos años después se unió a la diócesis de
Maldonado-Punta del Este, donde ejerce también como rector del santuario de la
Divina Misericordia.
Ignacio
Amorós ha terminado por trasladar la misión también al mundo digital. Su
proyecto Se buscan rebeldes cuenta con más de 100.000
seguidores en Instagram. El objetivo, según cuenta, es «traer la siglo XXI esa
rebeldía frente a lo mundano para seguir a Jesucristo».
Clara González
Fuente: El Debate