4 CONSEJOS DE SAN VICENTE DE PAÚL PARA SOPORTAR A LOS DEMÁS Y CRECER EN LA CARIDAD

Cada 27 de septiembre la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Vicente de Paúl, patrono de las obras de caridad. En una reflexión que compartió con sus misioneros dio unos consejos sobre cómo soportar a los demás y crecer en la caridad. Aquí los detalles.

Imagen de San Vicente de Paúl en su urna
Crédito: FLLL - Wikimedia Commons CC BY-SA 4.0
En el libro Vicente de Paúl. Obras Completas. Tomo XI/3, se comparte que San Vicente dio una conferencia el 5 de julio de 1658 en la que indicó que “donde no se soportan los individuos de una casa o de una comunidad, ¿verdad que sólo se aprecia un gran desorden?”.

Luego recordó el ejemplo de Cristo, quien soportó a San Pedro, aún cuando renegó de Él, y también a San Pablo. Por ello, preguntó “¿Se encontrará en alguna parte a un hombre que sea perfecto y sin defecto alguno, al que no tengan que soportar los demás?”

“¿Se encontrará en alguna parte algún superior que carezca de defectos, y al que nunca tengan necesidad de soportar sus súbditos? ¡Ojalá hubiera alguno!”, exclamó.

1. Soportarse uno mismo

En este sentido, el santo empezó a explicar que el saber soportar es una virtud que no sólo se debe ejercer con los demás, sino sobre todo con uno mismo, que es lo que a veces cuesta más.

2. Soportar “todo” de los hermanos 

“¿En qué hemos de soportar a nuestros hermanos? En todas las cosas, en todas las cosas, hermanos míos: soportar su mal humor, su manera de obrar, de actuar, etcétera, que no nos gusta, que nos desagrada”, enfatizó. 

3. Pedir humildad a Dios

Más adelante indicó que para alcanzar esta virtud se necesita pedírsela a Dios y cultivar la humildad. Es decir, evitando sentirse superior a los demás y alejando la tristeza si se escoge a otros, antes que a uno, en las misiones, cargos o demás tareas. “En fin, soportarlo todo alegremente, por amor a nuestro Señor”, destacó.

4. Pedir perdón

Posteriormente, San Vicente de Paúl se arrodilló ante sus hermanos pidiendo que le sigan concediendo la caridad de soportarlo en sus defectos y en la etapa de ancianidad en la que se encontraba ya que “los ancianos, como dice David, tienen mucha necesidad de que los soporten”. De igual manera les pidió perdón por lo que no había hecho bien en el pasado.

“Así pues, hermanos míos, soportadme, por favor, y rogad a Dios por mí, para que me enmiende”, imploró lleno de humildad el santo fundador de la Congregación de la Misión, cuyos integrantes son conocidos como vicentinos.

Finalmente, el bondadoso y caritativo San Vicente besó el suelo y toda su compañía hizo lo mismo.

Por Abel Camasca