Aunque Dios escucha y responde a todas nuestras oraciones, a veces puede que no tengamos un corazón puro y estemos pidiendo algo equivocado en la oración
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Cuando nos
arrodillamos a rezar por la noche para pedirle algo a Dios, no significa que
podamos pedirle cualquier cosa en la oración y Él nos la vaya a conceder.
Dios no es un
genio que concede mágicamente todos nuestros deseos. En cambio, Dios es un
Padre amoroso que sabe lo que necesitamos, incluso cuando rezamos pidiendo
cosas equivocadas.
El Catecismo de
la Iglesia Católica explica que los "celos" de Dios no le permiten
darnos todo lo que pedimos:
"Pedís y
no recibís, porque pedís mal, para gastarlo en vuestras pasiones". Si
pedimos con el corazón dividido, somos "adúlteros"; Dios no puede
respondernos, pues desea nuestro bienestar, nuestra vida.
CIC 2737
Si pedimos algo
que sería perjudicial para nosotros o para otra persona, Dios no nos lo va a
conceder.
Dios nos ama y
no quiere ver nuestro corazón persiguiendo otras cosas. Quiere que le busquemos
a Él por encima de todas las cosas.
Alinear
nuestro corazón con el de Dios
El Catecismo
continúa mostrando que cuando nuestro corazón está alineado con la voluntad de
Dios, entonces Él concederá nuestras oraciones:
"¿O
pensáis que es en vano lo que dice la Escritura: 'Anhela celosamente el
espíritu que ha hecho habitar en nosotros'?" Que nuestro Dios sea
"celoso" de nosotros es señal de cuán verdadero es su amor. Si
entramos en el deseo de su Espíritu, seremos escuchados.
CIC 2737
El monje del
siglo IV Evagrio Póntico nos da un consejo: "No te turbes si no recibes
inmediatamente de Dios lo que le pides; porque Él desea hacer algo aún más
grande por ti, mientras tú te aferras a Él en la oración".
San Agustín
también nos ofrece su pensamiento al respecto: "Dios quiere que nuestro
deseo se ejercite en la oración, para que seamos capaces de recibir lo que Él
está dispuesto a dar".
Ejercitemos
la pacencia
A menudo Dios
está obrando en nosotros a través de nuestras oraciones para que algún día
estemos preparados y dispuestos a recibir lo que Él quiere darnos.
No es fácil
tener paciencia para recibir la respuesta de Dios en la oración. Lo que tenemos
que hacer es reconocer el movimiento de Dios en nuestros corazones, aceptando
el hecho de que somos nosotros los que necesitamos cambiar, no Dios.
Si Dios no
responde a nuestras oraciones de la manera que deseamos, probablemente
significa que hay algo dentro de nosotros que necesita ser cambiado.
Philip Kosloski
Fuente:
Aleteia