¿CÓMO SE LAVAN LOS PAÑOS SAGRADOS USADOS EN LA LITURGIA?

Los paños sagrados son objetos importantes en la liturgia, sobre todo porque se utilizan en el corazón de la Misa, por eso no se lavan como una tela ordinaria

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En la liturgia, el objeto más pequeño debe ser adecuado para su uso sagrado, ya que se trata de permitir que el sacrificio de Cristo, muerto y resucitado por la salvación del mundo, cobre vida, aunque sea de forma muy material. Para la Misa, en el altar se utilizan varios paños sagrados para el ofertorio, la consagración y la purificación.

Tejidos con fibras naturales (lino y algodón), una cruz bordada recuerda su función litúrgica. El palio, el manutergio, el purificador o el corporal, en diversos grados, protegen o tocan las sagradas especies y dan testimonio del respeto debido al Cuerpo y la Sangre del Señor.

Cuidar lo sagrado

Este respeto explica por qué los tejidos que entran en contacto con el pan y el vino no se lavan como el lino ordinario.

La instrucción Redemptoris Sacramentum hace una recomendación respecto al lavado de estos objetos sagrados:

"Cuiden los pastores que los paños de la sagrada mesa, especialmente los que reciben las sagradas especies, se conserven siempre limpios y se laven con frecuencia, conforme a la costumbre tradicional. Es laudable que se haga de esta manera: que el agua del primer lavado, hecho a mano, se vierta en un recipiente apropiado de la iglesia o sobre la tierra, en un lugar adecuado. Después de esto, se puede lavar nuevamente del modo acostumbrado".

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Cómo lavar los paños

El purificador, que puede haber absorbido gotas de la Sangre de Cristo, y el corporal, que, como su nombre indica, es el receptáculo de trozos del Cuerpo de Jesús, deben limpiarse con especial cuidado.

En primer lugar, se remojan el tiempo suficiente para disolver cualquier rastro de la presencia real de Jesús. Después se lavan, se almidonan y se planchan con pliegues para que puedan distinguirse en la sacristía: seis rectángulos para el purificador, nueve cuadrados para el corporal.

El manutergio es más fácil de lavar. Como no toca ni el Cuerpo ni la Sangre de Jesús, no requiere ningún protocolo especial, aparte de doblarlo longitudinalmente en forma de acordeón y luego por la mitad.

En cuanto a la palia, la pieza cuadrada que impide que las impurezas caigan en el cáliz, se limpia en seco o la costura, que es desmontable, permite retirar el cartón para lavarlo y no dañarlo.

Valdemar de Vaux 

Fuente: Aleteia