En San Juan de Letrán Francisco presidió la celebración eucarística en la solemnidad del Corpus Christi
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La Eucaristía -explica el Santo Padre- nos enseña a ofrecer lo poco que
tenemos y a dar gracias. Al final de la procesión en Santa María La Mayor la
bendición eucarística.
La guerra, el
egoísmo y la indiferencia, ante nuestros ojos, están reduciendo «a montones de
escombros» «calles, tal vez antaño perfumadas» con el aroma del amor. Con esta
imagen, celebrando la solemnidad del Corpus Christi en la basílica de San Juan
de Letrán, el Papa hizo un llamamiento: en nuestro mundo hace falta la
fragancia y el olor del pan recién horneado, el pan de la gratitud, de la
libertad y de la cercanía, un bien demasiado precioso para ser desechado.
"Es
urgente devolver al mundo el aroma bueno y fresco del pan del amor, seguir
esperando y reconstruyendo sin cansarse nunca de lo que el odio
destruye".
Todo es un don
"La
Eucaristía nos enseña a bendecir, acoger y besar siempre los dones de
Dios", dice el Obispo de Roma, "no desperdiciando las cosas y los
talentos que el Señor nos ha dado", perdonando y levantando a los que se
equivocan", porque “todo es un don y nada se puede perder. Todos deben
tener la oportunidad de levantarse y volver al camino". La invitación es a
asumir cada día "actitudes eucarísticas”.
"Y ayuda
siempre a los que han caído: sólo una vez en tu vida puedes mirar a una persona
desde abajo: para ayudarla a levantarse".
Hacer memoria
Bendecir el
pan, continuó el Santo Padre, significa «hacer memoria», «revivir la Pascua de
Cristo, su Pasión y Resurrección, con las que nos liberó del pecado y de la
muerte» y nos mostró que sólo en el servicio y en el don podemos vivir como
hombres libres. «Hacer memoria de nuestra vida, de nuestros aciertos, de
nuestros errores, de esa mano tendida del Señor que siempre ayuda a
levantarnos; hacer memoria de la presencia del Señor en nuestra vida».
"Hay
quien dice que es libre quien sólo piensa en sí mismo, quien disfruta de la
vida y quien, con indiferencia y tal vez arrogancia, hace lo que quiere a pesar
de los demás. Pero esto no es libertad: es una esclavitud oculta, una
esclavitud que nos hace aún más esclavos".
Libertad y egoísmo
El egoísmo,
observa Francisco, no trae libertad, sino esclavitud:
"La
libertad no se encuentra en las cajas fuertes de los que acumulan para sí
mismos, ni en los sofás de los que se recuestan perezosamente en el
desentendimiento y el individualismo: la libertad se encuentra en el cenáculo
donde, sin otro motivo que el amor, uno se inclina ante los hermanos y hermanas
para ofrecerles su servicio, su vida".
Presencia real de Cristo
La Eucaristía,
continúa el Papa, es la presencia real de Cristo, nos habla de un Dios que no
está lejos, sino cerca, que nos busca, nos espera y nos acompaña, invitándonos
a estar cerca de los hermanos, a tener un corazón grande que no escatima.
La procesión hasta Santa Maria Maggiore
Al final de la
celebración, la procesión eucarística por la Via Merulana hasta la Basílica de
Santa María la Mayor con la impartición de la bendición. Francisco explicó el
significado de este gesto:
"No lo
hacemos para presumir, ni para hacer alarde de nuestra fe, sino para invitar a
todos a participar, en el Pan de la Eucaristía, de la vida nueva que Jesús nos
ha dado; hacemos la procesión con este espíritu".
Desde 2017 no
tenía lugar la tradicional celebración en la basílica de Letrán seguida de la
procesión hasta Santa María la Mayor. En 2018, de hecho, Francisco optó por
celebrar la solemnidad del Corpus Christi en los suburbios romanos por dos años
consecutivos. Posteriormente, primero la emergencia pandémica y luego problemas
relacionados con la salud del Papa habían impedido la celebración regular de la
liturgia.
Paolo Ondarza - Ciudad del Vaticano
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