El Santo Padre enfatizó la urgencia de una "sana política" que nos haga mirar nuestro futuro con esperanza y confianza
![]() |
Vatican Media |
El
Pontífice pronunció su discurso durante la sesión conjunta de la cumbre del G7
en Borgo Egnazia, Apulia, al sur de Italia, centrado en las oportunidades y los
riesgos de la inteligencia artificial. En su alocución, llamó a la adopción de
una "sana política" para el bien común.
El escenario
parece distópico, pero el riesgo es tan real como siempre: "Ninguna
máquina debería elegir jamás quitar la vida a un ser humano". Francisco
intervino, en la tarde de este viernes 14 de junio, en la sesión conjunta de la
cumbre del G7 en Borgo Egnazia, Apulia, al sur de Italia. Es el primer Papa que
participa en una cumbre de los "Grandes de la Tierra" y habló de la
inteligencia artificial (IA): una "herramienta fascinante" pero al
mismo tiempo "tremenda", expresó, dado que es capaz de aportar beneficios
o causar daños como todas las "herramientas" creadas por el hombre
desde el principio de los tiempos.
La llegada a
Apulia
Veinte minutos
antes de lo previsto, el helicóptero del Papa aterrizó a las 12:10 en el campo
de deportes de Borgo Egnazia, en una extensión de olivos. Dando la bienvenida
al Pontífice estaba la Presidenta del Consejo de Ministros de la República
Italiana, Giorgia Meloni. Con ella hubo un apretón de manos y algunas bromas:
"Todavía vivos", dijo la premier. "Somos dos", respondió
Francisco. Y Meloni contestó: "Será un día largo pero hermoso".
Juntos, en un coche de golf, se dirigieron a la residencia privada donde,
pasadas las 12:30 horas, comenzaron los cuatro primeros encuentros bilaterales
con Kristalina Georgieva, directora general del Fondo Monetario Internacional,
y el presidente ucraniano Zelensky, el Presidente francés, Emmanuel Macron, y
el Primer Ministro canadiense Justin Trudeau. A las 14.00 horas, el Papa
Francisco se trasladó a la Sala Arena, donde se turnó para estrechar la mano de
todos los sentados en la mesa circular.
Urge
replantearse el desarrollo y el uso de "armas autónomas letales"
Meloni
introdujo el discurso del Papa, explicando en primer lugar la elección de
Apulia como tierra que "históricamente ha representado un puente entre
Oriente y Occidente, un lugar de diálogo, un mar de por medio con África y
Oriente Medio". A continuación dio las gracias a "Su Santidad",
cuya participación, remarcó, "hace inevitablemente histórico este
encuentro".
Sentado a la
mesa con los líderes mundiales, el Papa compartió sus reflexiones sobre la
Inteligencia Artificial, tema al que ya había dedicado su Mensaje para la 58ª
Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Ante los hombres y mujeres con
importantes cargos en la toma de decisiones, el Obispo de Roma se refirió a las
oportunidades de esta herramienta, pero también alertó sobre sus riesgos y
efectos sobre el futuro de la humanidad. Su mirada se fijó sobre todo en esta
guerra con sus "piezas" cada vez más unificadas.
“En un drama
como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la
utilización de dispositivos como las llamadas ‘armas autónomas letales’ para
prohibir su uso, empezando desde ya por un compromiso efectivo y concreto para
introducir un control humano cada vez mayor y significativo.”
El potencial
humano
El Papa
aclaró cómo no hay prejuicios sobre el progreso científico y tecnológico,
sino miedo a una deriva: “La ciencia y la tecnología son, por lo tanto,
producto extraordinario del potencial creativo que poseemos los seres humanos”,
manifestó Bergoglio. Un “instrumento extremadamente poderoso”, subrayó
Francisco, y explicó que este instrumento es empleado en numerosas áreas de la
actividad humana: de la medicina al mundo laboral, de la cultura al ámbito de
la comunicación, de la educación a la política. “Y es lícito suponer, entonces,
aseveró, que su uso influirá cada vez más en nuestro modo de vivir, en nuestras
relaciones sociales y en el futuro, incluso en la manera en que concebimos
nuestra identidad como seres humanos”.
El ser humano
debe tomar la decisión
Así, por un
lado, entusiasman las posibilidades que ofrece la IA; por otro, generan temor
por las consecuencias que presagian. Para Francisco, hay que distinguir bien
entre una máquina que “puede, en algunas formas y con estos nuevos medios,
elegir por medio de algoritmos” y, por tanto, “una elección técnica entre
varias posibilidades”. “El ser humano, en cambio, no solo elige, sino que en su
corazón es capaz de decidir”, matizó el Sucesor de Pedro.
“Frente a los
prodigios de las máquinas, que parecen saber elegir de manera independiente,
debemos tener bien claro que al ser humano le corresponde siempre la decisión,
incluso con los tonos dramáticos y urgentes con que a veces ésta se presenta en
nuestra vida”.
La dignidad
humana en riesgo
La advertencia
de Bergoglio fue contundente: "Condenaríamos a la humanidad a un futuro
sin esperanza si quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí
mismas y por sus vidas, condenándolas a depender de las elecciones de las
máquinas. Necesitamos garantizar y proteger un espacio de control significativo
del ser humano sobre el proceso de elección utilizado por los programas de
inteligencia artificial. Está en juego la misma dignidad humana".
Revolución
cognitivo-industrial
En definitiva,
no estamos hablando sólo de progreso científico, sino que nos enfrentamos a
“una auténtica revolución cognitiva-industrial, que -sostuvo el Papa Francisco-
contribuirá a la creación de un nuevo sistema social caracterizado por
complejas transformaciones de época”.
“La
inteligencia artificial podría permitir una democratización del acceso al
saber, el progreso exponencial de la investigación científica, la posibilidad
de delegar a las máquinas los trabajos desgastantes; pero, al mismo tiempo,
podría traer consigo una mayor inequidad entre naciones avanzadas y naciones en
vías de desarrollo, entre clases sociales dominantes y clases sociales
oprimidas, poniendo así en peligro la posibilidad de una “cultura del
encuentro” y favoreciendo una “cultura del descarte”.
Ética y
"algorética"
A
continuación, el Papa mencionó favorablemente la firma del "Llamamiento de
Roma" por la Ética de la IA y el apoyo a esa forma de moderación
ética de los algoritmos condensada en el neologismo "algorético".
“Si nos cuesta
definir un solo conjunto de valores globales, podemos encontrar principios
compartidos con los cuales afrontar y disminuir eventuales dilemas y conflictos
de la vida”.
¿Puede funcionar el mundo sin
política?
Entre los
diversos riesgos, el Papa teme también el de un paradigma tecnocrático. Es
precisamente aquí, dijo, donde la “acción política” se hace “urgente”.
Política... para muchos hoy "una mala palabra" que recuerda
“errores”, “corrupción”, “ineficiencia de algunos políticos” a la que se añaden
“estrategias que buscan debilitarla, sustituirla con la economía o dominarla
con alguna ideología". Sin embargo, “¿puede funcionar el mundo sin
política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz
social sin una buena política?”, se pregunta el Papa. “¡No! ¡La política
sirve!”, es la respuesta. “Siempre existe la tentación de uniformizarlo todo”,
añadió de manera espontánea. Luego, recomendó “una famosa novela de principios
del siglo XX”, El Señor del Mundo, el libro de Richard Hugh Benson
ya citado varias veces en el pasado: “Una novela inglesa que muestra el futuro
sin política, un futuro uniformador. Es bueno leerla, es interesante”, aseveró
el Pontífice.
La urgencia de
la implementación de una "sana política"
Por último,
ante los escenarios descritos, el Santo Padre enfatizó la urgencia de una
"sana política" que nos haga mirar nuestro futuro con esperanza y
confianza. En efecto, "hay cosas que deben cambiar con redefiniciones
fundamentales y transformaciones importantes" y "solo una sana
política podría abrir el camino, implicando a los más diversos sectores y
saberes", asegura el Papa. "De este modo", añade, "una
economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que
busque el bien común puede “abrir camino a oportunidades diferentes, que no
implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar
esa energía con cauces nuevos”.
Lea el discurso
completo del Santo Padre aquí
Salvatore Cernuzio y Sebastián
Sansón
Vatican News