Una incógnita que ronda en la mente de los que aman a los animales es: ¿qué ocurrirá con las mascotas al final de los tiempos? ¿resucitarán o no?
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© Robert Kamanov I Shutterstock |
¿Los
animales resucitarán o no? Para Gianluigi Pasquale, fraile menor capuchino y
profesor de teología fundamental en la Universidad Pontificia Lateranense, la
clave está en comprender qué es la Resurrección, que consiste en la reunión del
alma y el cuerpo, que solo tienen las personas.
Reintegrados a
la vida de otra forma
En
este sentido, es impropio hablar de resurrección de los animales. Pero
¿significa esto que los animales están destinados sencillamente a desaparecer?
No: serán reintegrados a la vida, pero de otra forma.
El Papa ha hablado sobre la doctrina de la
Resurrección, refiriéndose naturalmente a las personas que ponen su esperanza
en Cristo.
Sin
embargo, viene a la mente también una pregunta recurrente: ¿Qué pasará con mi
perrito? ¿Cuál es el destino de los animales en la historia de la salvación?
Toda la
Creación volverá a Dios
Dios
Padre ha previsto que la creación del Hombre (como dice Tomás de
Aquino) sea “una salida de Dios y una vuelta a Dios” (exitus a
Deo e redditus ad Deum). Esta vía está garantizada por Cristo.
La
confirmación nos viene de san Pablo, que dice: “Todo fue hecho en Él, por Él y
para Él” (Col 1, 16). Toda la
Creación volverá a Dios, excepto el pecado.
El
hombre, que es imagen y semejanza de Dios, volverá al Padre. Todo esto está
garantizado por el Espíritu Santo y tendrá lugar con la resurrección de los
cuerpos.
También
la Creación y las criaturas “viven los dolores de parto, en la espera de volver
a ese Dios que los ha creado” (Rom 8, 22).
Pensemos
también en las sugerentes imágenes presentes en el Cántico de las Criaturas de san Francisco.
No resucitarán
como los hombres
Dicho
de forma simplificada, los perros y los gatos no resucitarán como los hombres,
pero gracias a los hombres que los han amado, serán reintegrados en esa vuelta
a Dios que los creó.
Los
animales perciben haber sido creados y lo manifiestan con el deseo de volver a
Dios: “que todas las criaturas alaben al Señor”, dicen los Salmos en el
Antiguo Testamento.
La
resurrección de la carne corresponde solo a los hombres y a las mujeres, pero
el resto de la creación no está destinada a desaparecer, a la disolución sin
sentido.
¿Por
qué es impensable, por ejemplo, que los animales que más hemos querido en
nuestra vida no resuciten junto a nosotros al final de los tiempos?
El alma humana
¿Qué
sucede inmediatamente después de nuestra muerte? Inmediatamente después,
nuestra alma (un modo popular para designar al yo que somos) ve la Gloria de
Dios. Por esto inciensamos a los muertos. A la espera de reunirse con el cuerpo
al final de los tiempos.
Este
“alma” (Constitución Apostólica Benedictus Deus del 1336), es
–por así decirlo– una “mezcla” de cuerpo y alma es un “yo sustancial” en el que
llevamos con nosotros todas las relaciones que hemos experimentado en nuestra
vida.
Por
tanto, también las relaciones afectivas que hemos tenido con nuestros animales
domésticos.
La
inmortalidad del alma me afecta a mí, pero hay también un “nosotros”, porque es
el conjunto de las relaciones entretejidas durante nuestra vida.
El
teólogo y biblista Paolo De Benedetti -pero antes que él Andrew Linzey y muchos
otros- se han preguntado sobre la posibilidad de una “teología de los
animales”. ¿Hay espacio para una reflexión sobre los animales en la Iglesia
católica?
La reflexión
de la Iglesia sobre los animales
Ciertamente
hay un espacio, en la Iglesia hay al menos cuatro puntos firmes sobre estos
temas:
–
La Iglesia católica ha sido siempre uno de los primeros sujetos en luchar para
preservar la Creación. La Creación es la relación entre lo que existe y su
Creador, diciendo “yo dependo de Él”
–
Es necesario custodiar la Creación (Génesis 1, 26-28)
–
La Iglesia se ha dado cuenta (en el escenario de la postmodernidad) de que el
hombre ha exigido a la Creación más de lo que ésta podía dar. Como dice
Leopardi en la “Ginestra”, la Naturaleza pide una especie de rescate.
–
La Iglesia se empeña (materialmente a través de la Comisión Justicia y Paz)
para que el hombre haga más habitable la Casa que Dios le ha confiado.
–
La diferencia radical entre el hombre y el animal está en el Logos, la
capacidad de hablar.
–
El hombre habla dialogando; en el animal falta la reciprocidad, no consigue
relacionarse completamente con el hombre. Y aquí hay que distinguir entre actus
humanum y actus hominis. Incluso beber un vaso de agua
para nosotros es un acto cultural, es un acto del hombre.
Los actos
humanos
Después
están los actos humanos, aquellos en los que nos expresamos en cuanto seres que
aman. Aquí está la semejanza con Dios. Yo puedo perdonar a quien me traiciona,
un animal no.
Por
esto es impropio hablar de resurrección para ellos. Los animales no tienen ese
dispositivo dialógico, aunque pudieran resucitar no lo querrían. Ellos desean
unirse a Dios en cuanto que Creador suyo, pero a través nuestro.
Lucandrea Massaro
Fuente: Aleteia