La Iglesia ha creído desde los primeros siglos que Dios no dará
otra revelación pública antes de que este mundo desaparezca
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Aunque
muchos videntes han publicado innumerables testimonios y mensajes que
supuestamente han recibido de Dios, la Iglesia no exige a los fieles cristianos
que crean en ninguna revelación privada.
Ya
se trate de los mensajes recibidos en Lourdes, Fátima, o cualquiera otra, la Iglesia no
califica ninguna de estas revelaciones como “públicas”.
Cuando
un individuo afirma haber recibido un mensaje de Dios, la Iglesia cree que el
mensaje fue entregado para esa persona específica durante ese período de tiempo
en particular. La Iglesia no incluye tales mensajes en su “depósito de fe”,
aunque puede permitir que los católicos crean en ellos, siempre que no se
opongan a los principios básicos de la fe.
Ninguna nueva
revelación pública
El
Catecismo de la Iglesia Católica explica esta creencia de que todo nos ha sido
ya revelado:
“La
economía cristiana, por tanto, puesto que es la Alianza nueva y definitiva, no
pasará nunca; y no cabe esperar ninguna nueva revelación pública antes de la
manifestación gloriosa de nuestro Señor Jesucristo”. Sin embargo, aunque la
Revelación esté ya completa, no se ha explicitado del todo; queda a la fe
cristiana captar gradualmente todo su significado en el transcurso de los
siglos.
CEC 66
Un reciente documento del
Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano reitera esta enseñanza:
Jesucristo es
la Palabra definitiva de Dios, “el Primero y el Último” (Ap 1,17). Él es la
plenitud y el cumplimiento de la Revelación; todo lo que Dios quiso revelar, lo
hizo a través de su Hijo, el Verbo hecho carne. Por eso, “la economía
cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva, no pasará jamás; y no cabe
esperar ninguna nueva revelación pública antes de la manifestación gloriosa de
nuestro Señor Jesucristo”. En la Palabra revelada está todo lo necesario para
la vida cristiana.
¿Para qué
sirve la revelación privada?
Si
cualquier visión recibida por un individuo se considera “privada”, ¿qué sentido
tiene? ¿Son beneficiosas estas revelaciones?
La
clave, según el Vaticano, es que estas revelaciones no añaden nada a la
revelación pública de Dios, sino que simplemente nos ayudan a vivirla:
Mientras que
todo lo que Dios ha querido revelar lo ha hecho por medio de su Hijo y mientras
que los medios ordinarios de santidad se ponen a disposición de todo bautizado
en la Iglesia de Cristo, el Espíritu Santo puede conceder a algunas personas
experiencias de fe distintas, cuya finalidad no es “mejorar o completar la
Revelación definitiva de Cristo, sino ayudar a vivir más plenamente de ella en
un determinado período de la historia”.
Puede
que los católicos no estén obligados a creer en fenómenos tan extraordinarios
como Fátima o Lourdes, pero pueden encontrar beneficios en ellos, siempre que
les ayuden a vivir su fe y a buscar la santidad.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia