En la solemnidad de la Ascensión del Señor, que la Iglesia de muchos países celebra hoy domingo 12 de mayo, el Pontífice exhorta a seguir a Jesús que nos muestra la belleza de la Patria hacia la que nos encaminamos
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"Nosotros, la Iglesia, somos precisamente
ese cuerpo que Jesús, ascendido al Cielo, arrastra consigo como en una
“cordada”. Al final, el llamamiento del Pontífice para que se haga un
intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania. El saludo afectuoso a las
madres en su día.
Para subir al Cielo con Cristo
debemos avanzar unidos, alejarnos de las mezquindades, estar cerca de los que
sufren, y no quedarnos anclados en las cosas pasajeras, el dinero, los
placeres, los éxitos, sino practicar las obras de amor. Es la indicación del
Papa Francisco en su alocución previa a la oración del Regina Coeli en la
Solemnidad de la Ascensión del Señor.
En su catequesis, el Pontífice
reflexiona sobre el pasaje del Evangelio de Marcos que narra la Ascensión del
Señor y utiliza un paralelismo con el camino en cordada por las montañas.
La Iglesia,
cuerpo unido que Jesús lleva consigo hacia la meta
“El regreso de Jesús al Padre se
nos presenta no como un alejamiento de nosotros, sino sobre todo como un modo
de precedernos hacia la meta”, afirma el Papa y ejemplifica: “Como cuando en la
montaña se sube hacia la cima: se camina, con fatiga, y finalmente, en un
recodo del sendero, el horizonte se abre y se ve el panorama. Entonces todo el
cuerpo vuelve a encontrar la fuerza para afrontar la última subida. Todo el
cuerpo – brazos, piernas y todos los músculos – se tensa para llegar a la
cumbre. Y nosotros, la Iglesia, somos precisamente ese cuerpo que Jesús,
ascendido al Cielo, arrastra consigo como en una ‘cordada’”.
Es Él quien nos desvela y nos
comunica, con su Palabra y con la gracia de los Sacramentos, la belleza de la
Patria hacia la que nos encaminamos.
Del mismo modo también nosotros,
sus miembros, como los escaladores que tienen que estar unidos para llegar a la
cima, “subimos con alegría junto a Él, la cabeza, sabiendo que el paso de uno
es un paso para todos - precisa el Papa - y que nadie debe perderse ni quedar
atrás porque somos un cuerpo solo. Paso a paso, peldaño a peldaño, Jesús nos
muestra el camino. ¿Cuáles son esos pasos a dar?”
Realizar obras
de amor
El Evangelio hoy dice: “Anunciar el
Evangelio, bautizar, expulsar a los demonios, enfrentar a las serpientes, sanar
a los enfermos” (cf. Mc 16,16-18); en resumen, llevar a cabo las obras del
amor: dar la vida, llevar la esperanza, mantenerse alejado de todo mal y
mezquindad, responder al mal con el bien, estar cerca de quien sufre. Y cuanto
más hacemos esto, más nos dejamos transformar por su Espíritu, más seguimos su
ejemplo y más, como en la montaña, sentimos que el aire en torno a nosotros se
vuelve ligero y limpio, el horizonte amplio y la meta cerca, las palabras y los
gestos se convierten en buenos, la mente y el corazón se agrandan y respiran.
¿Está vivo en
mí el deseo de vida eterna?
El Pontífice invita entonces a
preguntarnos: “¿Está vivo en mí el deseo de Dios, de su amor infinito, de su
vida que es vida eterna? ¿O estoy aplanado y anclado a las cosas pasajeras, al
dinero, al éxito, a los placeres? Y mi deseo del Cielo, ¿me aísla, me cierra o
me lleva a amar a los hermanos con ánimo grande y desinteresado, a sentirlos
compañeros de camino hacia el Paraíso?”
Al concluir su
reflexión, el Santo Padre se encomienda a María, para que ella, que ya llegó a
la meta, “nos ayude a caminar juntos con alegría hacia la gloria del Cielo”.
Cecilia Mutual
Vatican News