En su Mensaje de Pascua el Papa recordó que el Resucitado es el único que puede hacer rodar la piedra de la guerra y de las crisis humanitarias y abrir el camino de la vida.
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También rezó por las víctimas y los niños de
Israel, Palestina y Ucrania, y pidió el intercambio de rehenes y el alto el
fuego en la Franja. Asimismo oró por Siria, el Líbano, Haití, el pueblo
Rohingyá y los países africanos en dificultades. Y subrayó que con frecuencia
el don de la vida es despreciado por el hombre
En el día en que resuena en todo el
mundo el anuncio de que Cristo ha resucitado, tantas pesadas piedras cierran
las esperanzas de la humanidad como la gran piedra cerró el sepulcro. Son las
piedras de las guerras, como las de Israel, Palestina, Ucrania y Siria; las de
las crisis humanitarias, como la de Gaza en Haití y la de los Rohingyá en
Myanmar; las de las violaciones de los derechos humanos y de la trata de seres
humanos que afectan a migrantes y niños.
En el día en que la Iglesia revive
el asombro de las mujeres ante la tumba abierta y vacía de Jesús, el Papa
Francisco, en su mensaje Urbi et Orbi desde la logia central
de la Basílica de San Pedro ante sesenta mil fieles, recordó que sólo Él ha
resucitado y es "capaz de hacer rodar las piedras que cierran el camino a
la vida", abriendo las puertas de la vida, "que cerramos continuamente
con las guerras que campan a sus anchas por el mundo".
Porque sólo Dios podía abrir el camino nuevo a través de la tumba vacía, el camino de la vida en medio de la muerte, de la paz, la reconciliación y la fraternidad en medio de la guerra, el odio y la enemistad. Sólo Él quita el pecado del mundo y perdona nuestros pecados, y "sin el perdón de Dios esa piedra no puede ser removida".
El sufrimiento
en los ojos de los niños
Con la mirada puesta en Jerusalén y
en todas las comunidades cristianas de Tierra Santa, el pensamiento del Papa se
dirigió a las víctimas de los numerosos conflictos del mundo, para que Cristo
Resucitado abra un camino de paz a las poblaciones atormentadas de Israel y
Palestina y también de Ucrania.
De acuerdo con el derecho
internacional, Francisco pidió un intercambio general "todos por
todos" de prisioneros entre Rusia y Ucrania, e hizo un nuevo llamamiento
para que "se garantice el acceso a la ayuda humanitaria en Gaza, instando
a una pronta liberación de los rehenes secuestrados el 7 de octubre y a un alto
el fuego inmediato en la Franja".
No permitamos que las hostilidades
en curso continúen afectando gravemente a la población civil, ya de por sí
extenuada, y principalmente a los niños. Cuánto sufrimiento vemos en sus ojos.
Con su mirada nos preguntan: ¿por qué? ¿Por qué tanta muerte? ¿Por qué tanta
destrucción? La guerra es siempre un absurdo y una derrota. No permitamos que
los vientos de la guerra soplen cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el
Mediterráneo. Que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme. La paz no
se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón.
No olvidar el
mundo en dificultad
La invitación del Papa fue a no
olvidar los numerosos lugares del mundo en dificultad, empezando por Siria,
"que sufre desde hace trece años las consecuencias de una guerra larga y
devastadora":
Muchísimos muertos, personas
desaparecidas, tanta pobreza y destrucción esperan respuestas por parte de
todos, también de la Comunidad internacional.
“Mi mirada se
dirige hoy de modo especial al Líbano, afectado desde hace tiempo por un
bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados
ahora por las hostilidades en la frontera con Israel”
Que el Resucitado consuele al amado
pueblo libanés y sostenga a todo el país en su vocación a ser una tierra de
encuentro, convivencia y pluralismo.
Asimismo, aliento las
conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán para que, con el apoyo de la
Comunidad internacional, puedan proseguir el diálogo, ayudar a las personas
desplazadas, respetar los lugares de culto de las diversas confesiones
religiosas y llegar cuanto antes a un acuerdo de paz definitivo.
El pensamiento del Papa se dirigió
también a los Balcanes Occidentales, donde se están dando pasos significativos
hacia la integración europea:
Que las diferencias étnicas,
culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza
para toda Europa y para el mundo entero.
Oración por
las víctimas de toda forma de terrorismo
Francisco pidió que Cristo
resucitado abra un camino de esperanza para quienes, además de sufrir la
violencia y los conflictos, padecen los efectos de la inseguridad alimentaria y
del cambio climático – incluida la sequía que provoca hambruna y hambre en
vastas zonas de África – así como que traiga consuelo a las víctimas de todas
las formas de terrorismo.
Recemos por los que han perdido la
vida e imploremos el arrepentimiento y la conversión de los autores de estos
crímenes.
“Que el
Resucitado asista al pueblo haitiano, para que cese cuanto antes la violencia
que lacera y ensangrienta el país, y pueda progresar en el camino de la
democracia y la fraternidad”
Que el Señor Resucitado asista
también – prosiguió diciendo el Papa – al pueblo haitiano, "para que cese
cuanto antes la violencia que lacera y ensangrienta el país y progrese por el
camino de la democracia y la fraternidad", dando también consuelo al
pueblo Rohingyá, afligido por una grave crisis humanitaria, y abra el camino de
la reconciliación en Myanmar, desgarrado desde hace años por conflictos
internos, para que se abandone definitivamente toda lógica de violencia".
Que se abran caminos de paz también
en Sudán, en el Sahel, en el Cuerno de África, en la República Democrática del
Congo y en la provincia de Cabo Delgado en Mozambique. Que la luz de Cristo,
desea el Pontífice, ilumine también a los emigrantes y a quienes atraviesan un
período de dificultades económicas, guiando a todos los hombres de buena
voluntad a la solidaridad para ayudar a las familias en la búsqueda de una vida
mejor y de la felicidad.
El hombre
desprecia a menudo el don de la vida
En el día de Pascua, afirmó
Francisco, celebramos la vida que nos ha dado la Resurrección del Hijo y su
amor por cada uno de nosotros. Un don, la vida, que, sin embargo, "tantas
veces es despreciado por el hombre".
“¿Cuántos
niños ni siquiera pueden ver la luz? ¿Cuántos mueren de hambre o carecen de
cuidados esenciales o son víctimas de abusos y violencia? ¿Cuántas vidas se
compran y se venden por el creciente comercio de seres humanos?”
Por último, en el día en que
"Cristo nos ha liberado de la esclavitud de la muerte", el Pontífice
exhortó a "quienes tienen responsabilidades políticas" a no escatimar
esfuerzos en la lucha contra la plaga de la trata de seres humanos, trabajando
sin descanso para desmantelar sus redes de explotación y llevar la libertad a
quienes son sus víctimas".
Que el Señor,
concluyó Francisco antes de desear una Feliz Pascua a los fieles presentes en
la Plaza de San Pedro y concederles la indulgencia plenaria, "consuele a
sus familias, especialmente a las que esperan ansiosamente noticias de sus
seres queridos, asegurándoles consuelo y esperanza".
Michele Raviart – Ciudad del Vaticano
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