Vive a fondo el Año de la oración, en vistas al Jubileo de la Encarnación del Hijo de Dios, con esta sencilla guía para orar de la clarisa María Victoria Triviño
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Sus concretas respuestas sobre el sentido, el contenido y las
formas de la oración fueron expuestas así por la superiora del monasterio
de clarisas de Balaguer, sor María Victoria Triviño, este miércoles en una
parroquia de España:
¿Para qué
orar?
Para creer, para afinar nuestra sensibilidad espiritual y escuchar
los pasos de Dios. Para conocer cuándo se manifiesta y aprender a salir a su
encuentro.
Jesús prometió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre
le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él».
Para eso hay que orar: la oración es como un dron que te lleva
hasta el Cielo. Ahí abrazas a Dios. Deja que en la oración, Dios te llene, te
dé fuerza, te haga feliz, como Él.
¿Cómo orar?
Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar,
Él les enseñó el Padrenuestro.
Podemos probar a decirlo con la Virgen. Es una oración vocal que
se recita, también se puede meditar.
Podemos quedarnos con cualquier petición del Padrenuestro y
decirla como jaculatoria durante el día. Repitiendo algunas palabras, de
oración vocal pasa a ser meditación y al fin surge la contemplación.
La palabra puedes escucharla, contemplarla, cantarla, danzar,…
para obedecerla.
¿Cuándo
orar?
«Siempre sin desfallecer», enseñó Jesús a sus discípulos, relata
el Evangelio de Lucas. También les dijo que es «necesario velar y orar para no
caer en la tentación», escribe Mateo en su Evangelio.
Cuando se tienen que hacer muchas cosas, interesa adquirir el
«espíritu de oración» que hace orar siempre.
Después de haber orado bastante, cada vez con más intimidad, ante
cualquier cosa que pasa, la persona acude instintivamente al Señor: le
pregunta, le da gracias, le pide…
Mirándose en el espejo de Jesucristo, adquiere finalmente el
esplendor de la santidad y refleja la gloria de Dios.
Hemos sido llamados a ser santos como Él por el amor. Jesús
resucitado nos da su Espíritu Santo cuando vamos a su encuentro en la oración,
que nos transforma y nos asemeja cada vez más a Dios.
Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de
cerrar la puerta, ora a tu Padre”
¿Dónde orar?
En el templo, en lugares solitarios, en casa, en comunidad, en
espacios públicos,… ¡en todas partes!
Eso es lo que Jesús responde con su ejemplo. Él iba al oficio a la
sinagoga, subía al templo en las fiestas anuales con la familia, se retiraba
con frecuencia de noche a lugares solitarios para ir al encuentro con el Padre,
oraba con sus discípulos de camino, en casas y también en lugares públicos.
«Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la
puerta, ora a tu Padre», invitó Jesús, según relata el Evangelio.
Patricia Navas
Fuente:
Aleteia